EL DÉJÀ VU CONCURRENTE
Necesitamos tan solo unos diez segundos para sentir que estamos viviendo una situación que ya ocurrió en el pasado. Una experiencia sin mayor transcendencia por no ser excesivamente importante, más allá del engaño de la mente. Tal vez sea el escape de nuestra propia memoria, por aquello de jugar con nosotros mismos ante la necesidad de una premonición que nos afiance con el destino. Algo parecido estamos viviendo intensamente en este país nuestro, tan dado a olvidar a partir de demasiados segundos, aplicando sentimientos precognitivos para que nos estimulen a responder con cierta, aunque precaria, destreza las repercusiones de nuestro tiempo. Será por ello que en esta todocracia, concepto estrictamente inventado por mi parte, somos capaces de hablar de cualquier ignoto tema dándole pinceladas de color propio a ese laberinto de opiniones que abronca y reparte estopa al contrario, no vaya a ser que en su debilidad se nos vaya de rositas. Estoy convencida que este cese de actividad