EL SILENCIO AMIGO

 


Cuántas veces hemos confirmado ese apotegma sobre que el silencio es una parte importante de una conversación y de todo lo que nos rodea. Y es cierto que en la expresividad más creativa consideramos ese tiempo silencioso como parte del entramado dramático y hasta metafórico del clímax teatral. Nos encontramos en un tiempo acelerado en la épica comunicativa, donde se repite demasiado simplismo para ocultar la evidencia de los hechos y su veracidad. Hemos olvidado la esencia de la matemática informativa, repudiando el protocolo deontológico para ir perdiendo poco a poco la partida frente a aquellos que nunca formaron parte del derecho y menos de sus deberes. Reconozcamos que se nos ha quedado un gallinero especialmente ruidoso donde siempre van a ganar los que menos respetan la verdad de las fuentes y la comprobación de los hechos. Un caldo de cultivo excesivamente embarrado donde se ahogan tantas estructuras que tienen que ver con nuestra sociedad democrática. Llevamos ya mucho tiempo especulando en el cauce barriobajero del debate público. Es suficiente nombrar a cada innombrable privativo para hacer caer nuestra simpatía hacia el lado que nos deleita en nuestro espectro cognitivo. Jugamos a una crítica pandillera con la que llegar, si hace falta, a los palos entre todos. Esta tragedia que vamos a seguir sufriendo demasiado tiempo ha sido el ejemplo palpable de como se han retorcido nuestros propósitos sociales y políticos ante el desafío de la propaganda diaria y el belicoso debate púbico en el que nos hemos convertido. Un entramado deconstructivo donde ya no sirve la polémica y menos las voces diferentes donde el debate siempre es la solución. Y, sinceramente, ese hueco que cada vez se hace más extenso ha sido bien utilizado por esa tercera vía en la que todo vale para desacreditar la representatividad, la institucionalidad pública y el decoro democrático por aquello de que todos son iguales menos ellos. No es nada nuevo en la historia de este mundo tan globalizado donde se han roto tantos valores respecto al compromiso colectivo. Se airea el comprensible cabreo general para alardear de una indignación impostada desde el otro lado de la barrera, silenciando las reseñas de los hechos y los datos para bramar los mantras de la manipulación dirigida por la parte contratante. Da lo mismo los datos de la gestión de unos para complacer por encima de todo la negligencia de otros. Se obvian los fatales errores esenciales para fagocitar como absoluto en el imaginario colectivo la debatible inoperancia de terceros. Rechinamos con desesperanza para dejar la puerta abierta a la violencia verbal de unos pocos.

Tal vez el silencio sea el único recurso en este tiempo donde ocultamos la indiferencia de nuestro comportamiento, dando sustento al ruido que sigue linchando las soluciones actuales imprescindibles y los propósitos futuribles. Lo malo es que, como decía Martin Luther King, "Al final, no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos." Lo peor será comprobar quiénes eran realmente nuestros compañeros.


Puedes escucharlos en LA VOZ SILENCIOSA RADIO





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