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EL SILENCIO AMIGO

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  Cuántas veces hemos confirmado ese apotegma sobre que el silencio es una parte importante de una conversación y de todo lo que nos rodea. Y es cierto que en la expresividad más creativa consideramos ese tiempo silencioso como parte del entramado dramático y hasta metafórico del clímax teatral. Nos encontramos en un tiempo acelerado en la épica comunicativa, donde se repite demasiado simplismo para ocultar la evidencia de los hechos y su veracidad. Hemos olvidado la esencia de la matemática informativa, repudiando el protocolo deontológico para ir perdiendo poco a poco la partida frente a aquellos que nunca formaron parte del derecho y menos de sus deberes. Reconozcamos que se nos ha quedado un gallinero especialmente ruidoso donde siempre van a ganar los que menos respetan la verdad de las fuentes y la comprobación de los hechos. Un caldo de cultivo excesivamente embarrado donde se ahogan tantas estructuras que tienen que ver con nuestra sociedad democrática. Llevamos ya mucho tiem

CORAZONES ROTOS ❤

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  Decía Albert Camus que “quien carece de valentía encuentra siempre una filosofía que lo justifique”. Una confirmación teórica a este ambiente repulsivo que mantiene todos los condimentos en el extremismo negacionista de nosotros mismos. Solamente faltaba una tragedia como la que estamos compartiendo minuto a minuto en mi querida tierra para descender a este infierno aderezado entre selenosis mediáticas que asumimos sin pestañear, y donde es difícil respirar sin que alguien considere que tu posición está enmarcada en la exclusiva o en lo excluyente. Lo más lamentable es comprobar el perfil facilón que esta patria nuestra nos ha enseñado en la historia, filosofando de todo para seguir aguantando el descrédito de la realidad. Somos excesivamente creativos para escupir lo más alto posible y rezar para que le caiga al otro, y además, congratularnos de nuestro desparpajo. Enlutamos nuestra capacidad de reflexionar para seguir oscureciendo las realidades que deberían enmudecer a cualqui

TALENTO DEMOCRÁTICO

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  Decía el recordado escritor Francisco Umbral que “ e l talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia.” Una realidad que podemos aplicar a la totalidad de nuestras virtudes pero también de nuestras desdichas. Este otoño desacelerado en lo meteorológico parece describir una agonía social en la que persisten diariamente demasiados mantras. En el ámbito sociopolítico nacional podríamos parafrasear al polígrafo madrileño afirmando que la democracia, en buena medida, es una cuestión de insistencia. Tal vez, nuestra actualidad tan hiperbólica comienza a carecer de insistencia por la querencia imperiosa a una especulación constante donde poder recomponer partes de un todo en polos opuestos. Una acción demasiado arriesgada con la que pueden salir por los aires las piedras angulares de cualquier sociedad basada en la justicia y la libertad. Desgraciadamente estamos empezando a asumir los excesos que saben a pasados oscuros, donde el pensamiento único de unos pocos quiere alardear

MÍRALE A LOS OJOS

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  La semana se nos ha quedado con una melodía que podría apadrinar Bruce Springsteen con aquello de "Allí donde alguien lucha por su dignidad, por la igualdad, por ser libre... mírale a los ojos" . Una semana de cierto estupor y repudio en lo humano, y especialmente hiriente para una sociedad que todavía sigue sin vigilar la pupila de sus propios demonios. Sigue siendo más fácil deambular entre la risotada del contrario o la incredulidad del oportunista de turno para seguir dando lecciones de comportamientos y existencias varias. Mientras tanto, los hechos y la veracidad de nuestros propios comportamientos quedan orillados al veredicto de cualquiera que pase por ahí para no seguir en este destino que, nos guste o no, sigue siendo plural y colectivo. Centramos la atención de los hechos con cierto brillo couch é que tanto gusta en este país desde sus inicios de los ecos de salón hasta evolucionar a nuestro tiempo tan agotado de cronistas de corte y calle. Tanto es así que u

LA DULCE REFLEXIÓN

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  Aconsejaba John Quincy Adams, sexto presidente de Estados Unidos, que “siempre había que votar por principios aunque vote solo y podrá apreciar la más dulce reflexión, que su voto no se pierde nunca”. Esta reflexión de un mandatario del siglo XIX, en un país todavía turbulento en aquella América para los americanos, nos deja una breve esperanza intelectual sobre la capacidad de mejora para una sociedad que parece siempre caminar en la senda del cangrejo. Alguien debería empezar a comprender que, en este tira y afloja de la política como estrategia propia, comienza n a aparecer demasiadas señales de agotamiento para una actualidad internacional que, desgraciadamente, oprime el sosiego de la sociedad. A pesar de todos los esfuerzos sobre la barbarie, que como bien escuché esta semana, nada nos justificará en el futuro sobre su existencia y nuestro consentimiento, asentamos nuestro café diario con una nueva espiral bélica donde solo aumentan las vidas sesgadas de tantos. Unas maner

LA PROCACIDAD DE LA NIEBLA

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  Decía Ken Kesey, en su inolvidable vuelo sobre el nido del cuco, que “ nadie se queja de la niebla. Ahora ya sé por qué: aunque resulte molesta, permite hundirse en ella y sentirse seguro” . Una forma de responder a demasiados esfuerzos personales que terminan siendo un empoderamiento deshilachado de soledad social. Aunque resistimos entre estereotipos propios de esta civilización actual, reconozcamos que seguimos adheridos a excesos de palabra y obra donde dejarnos a jirones el equilibrio emocional y humanista de una sociedad sana. Cada semana reafirmo la especulación que sufrimos sobre demasiados hechos que intentan dar giros de guión, por aquello de seguir engordando una extraña experiencia social que nos deja arrinconados y enfrentados a esa apuesta por el endiosamiento de cualquier cosa que nos haga diferentes ante la diversidad que nos rodea. Rechinamos con los dientes los estorbos de otras historias que reflejan los errores de excesivas crónicas obtusas de ganadores y vencido

EL SILENCIO PERDIDO

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  Decía Antonio Machado que “ Si cada español hablase de lo que entiende, y de nada más, habría un gran silencio que podríamos aprovechar para el estudio y la reflexión”. Y hay que reconocer que en esta actualidad tan estúpidamente ruidosa podríamos abrir un gran tiempo de reflexión y sabiduría personal. Pero también es cierto que generalizar de esta forma tampoco nos deja una realidad tan verificable. Es verdad que consumimos mucha información excesivamente líquida, donde las certezas quedan enmascaradas entre epítetos por dar honra de verdad a aquello que siempre interesa sect a riamente. Y si, además, se han multiplicado los multiexpertos de todo, la reflexión y estudio nos queda demasiado menguado para saber y entender. Regalamos nuestra esperanza certera a cualquier titular que consigue el clickbait sensiblero de nuestra cuerda, premiando la desinformación objetiva o, lo que es peor, nuestra innata ignorancia. Somos capaces de refrendar demasiados delirios históricos por aquello

LA NOTICIA NÚMERO CINCO

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  Como decía Umberto Eco en la historia de Colonna, “ No son las noticias las que hacen el periódico sino el periódico el que hace las noticias. Y saber juntar cuatro noticia distintas significa proponerle al lector una quinta noticia”. Una realidad del periodismo contemporáneo que parece más preocupado por encontrar ese reemplazo de la actualidad y así seguir conformando la agenda del futuro. Y si hurgamos en los dietarios mediáticos, casi encontramos más mañanas que presentes, donde recreamos demasiada especulación para olvidarnos de la realidad dopada. Hemos abandonado hace ya mucho tiempo la templanza de la reflexión sobre los hechos para divagar sobre intencionalidades que realmente supuran todo ese frentismo que sintetiza el insulto fácil y resultón. Hay que reconocer que ese reordenamiento de la realidad lleva demasiado tiempo traficando con la conspiración constante dejando a la opinión pública dando bandazos de incredulidad. Es precisamente en ese punto donde la información p

TODO VALE

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  Ya hablaba en 2015 el filósofo alemán Markus Gabriel sobre la necesidad de dar un paso más allá de la siempre defendida Ilustración y evolucionar hacia un nuevo realismo para dar soluciones a este reino de la posverdad , las noticias falsas y el todo vale . Más allá de las sesudas interpretaciones de nuestro acalorado tiempo, reconozcamos que en esa tercera pata del todo vale llevamos instalados con cierta cabezonería para interpretar esta recalcitrante realidad. Un todo vale que escupe demasiado simplismo y desidia con el funcionamiento intelectual de una sociedad soberana con la racionalidad. Es cierto que, como bien expone Gabriel , no salimos del laberinto fake gracias a que nos hemos olvidado de que, además de la visión de cada uno de nosotros, existe una realidad más allá del materialismo que subsiste por encima de nuestra propia percepción. Posiblemente, a partir de este olvido existencial, hemos conseguido repostar nuestros propios códigos deontológicos sobre la informa

EL RETO DE LA HONESTIDAD

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  Decía Marco Tulio Cicerón que la honradez se manifiesta en el cumplimiento de las obligaciones. Esa cualidad que abarca más allá del qué para aterrizar en lo imprescindible del cómo. En este tiempo de reactivación de nuestro día a día, es especialmente importante desgranar nuestras formas por aquello de evidenciar la verdadera honestidad. Y más en este clima de imagen superlativa donde exponemos demasiado el qué de nuestra actividad sin verificar ese camino que transitamos entre tanto postureo. Una acción que repercutimos en nuestras posiciones sociales como un escaparate de maniquíes donde se etiqueta lo más anecdótico y deja vacía nuestra imprescindible conciencia. Algo así pasa con nuestro compromiso corporativo con la sociedad que sustentamos y nos sustenta. Reagrupamos apariencias entre el merchandising partidista sin más objetivo que seguir aireando la jugada entre enfrentados gestores de nuestra estirpe. Olvidamos el cómo de las acciones dejando en el olvido nuestra propia

NUEVA TEMPORADA: LA MAFIA DE LAS CRISIS

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  Se nos fue un veranito más y regresamos con el ánimo recogido al brazo por no gastarlo en el primer día de trabajo. Un verano que, exceptuando nuestras posibilidades económicas y sociales, ha continuado en un recalentamiento político donde cualquier situación había que redactarla entre aires mafiosos de crisis. La lectura de nuestro país comienza a despuntar, desgraciadamente, en una pirámide organizada por códigos de honor estrictos desde los que proteger los intereses partidistas, dejando una vez más a la gran mayoría social secuestrada en un mensaje electrocutante. Cada semana tiene su crisis sin precedentes, su ruptura nacional o su engaño masivo. Cada día nos desayunamos la adjetivación tortuosa del contrincante, sea del pelo que sea, por aquello de dejar las espadas bien afiladas apuntando a ese honor que parece solo replegar a unos cuantos. Una vez más el contexto de las palabras vence al mensaje que debe medir el resultado de los objetivos. Otra vez, la casquería polític

ENTRE LUNAS

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  Decía Bertolt Brecht en su obra de teatro Galileo Galilei que “el que desconoce la verdad es un ignorante, pero el que la conoce y la desmiente, es un criminal”. Un binomio explícito para entender este amasijo de argumentos diarios en el que se sigue posicionando demasiada inquina en nuestra responsabilidad social. Con el abanico en la mano, continuamos ladeando la cabeza para intentar seguir el anzuelo de la actualidad donde recuperamos el aliento, a pesar de esa trampa diaria de descontextualizar los hechos por aquello de seguir el discurso. La ciudadanía sigue representando esa parte que juega a la ignorancia en lugar de buscar certezas para poder ejercer con nobleza su soberanía popular. Y todo a pesar de mantenerse en los mejores momentos de acceso a la información en tiempo y forma. En cambio, hemos apostado por la estructura bipolar desde donde se orbita entre tantas doctrinas que simplemente tensionan la diversidad y la libertad de opinión. Por otro lado, los que se jactan d

LA SEGUNDA VUELTA

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  Hemos comenzado el trimestre veraniego con una voraz sensación de activismo ciudadano, por aquello de seguir llenando calles e informaciones entre contagios de esperpento. Mientras que la ciudadanía intenta esquivar la extremidad de un ambiente excesivamente grotesco entre juzgados y sesiones parlamentarias deshilachadas de decisiones, regresamos a la sutileza del patriotismo que juega por todos a la caza incesante del balón. A pesar de esa afición que resucita en las grandes citas deportivas afanados en apoyar a los nuestros, el resultado siempre condiciona nuestra necesidad de conseguir unificar colores en ese espíritu recreativo de nacionalidad. Al mismo tiempo, el cortejo partidista con la actualidad sigue desgranando demasiados pesares que deberían ahondar en la crítica imprescindible a aquellos que hablan por nosotros, enrocando posiciones que delimitan nuestra democracia a una lucha incesante por alejar posiciones en un nuevo intento de obtener lo que no se encuentra en las u

LA DESVIACIÓN DE LA REALIDAD

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  Se preguntaba Jandy Nelson en su cielo de cualquier sitio que “Si eres alguien que sabe que lo peor puede suceder en cualquier momento, ¿no eres también alguien que sabe que lo mejor puede suceder en cualquier momento?”. Una incertidumbre vital que en estos tiempos no la salvan ni las ansiadas vacaciones. Reconozcamos que nuestra actualidad galopa demasiado tensionada para conseguir claves y contextos a pesar de tanta maestría en los diversos medios de comunicación. Cuando estamos a punto de entender el primer ápice de realidad, nos estampan un giro antagónico que nos empuja a recobrar el estado de duda y desconfianza. Y, sinceramente, cualquiera afronta la digna apuesta por una actitud abierta y equilibrada con esta coyuntura. El resultado de tanta desconfianza nos aferra a ese recelo sobre posiciones diferentes que lo único que nos arroja es demasiada insidia sobre la posibilidad de entender a la otra parte de la cuestión. Una actitud que, antes que nosotros mismos, han entendido

LA GENTE DE BIEN

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  Decía Eduardo Galeano que “el miedo de la mujer a la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”. Un reflejo real al que le falta el contexto de sus consecuencias tan desiguales. Llevamos tanto tiempo anclados en ese modelo polarizado y encadenado al burdo insulto como arma de razonamiento, que estamos olvidando demasiadas realidades que nos devoran el aliento de la certeza. Utilizamos la disección de las estadísticas para corregir al contrario con el único fin de extrapolar consecuencias para el beneficio de parte, por aquello de seguir ganando el discurso que interesa. De ahí las posiciones tan inquebrantables para negar la realidad a pesar del atropello de los hechos. Y en medio de todo, afinamos el doble filo de los conceptos que parecen iguales pero no lo son. La utilización de la palabra sigue siendo el desgarro más profundo de la realidad. No es lo mismo violencia familiar que violencia de género. No es lo mismo justicia social que la cultura

ENTRE EL BOSTEZO Y EL SUSPIRO

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  Rimaba Antonio Machado en sus Campos de Castilla a aquel español medio que acudía a los casinos de la capital, en ese quehacer tan propio, para hablar de política y terminar con el bostezo del aburrimiento. Aquel “español que bosteza”, que tan bien caracterizó nuestro Machado de todos, se resignifica en esta actualidad que aprieta en el cansancio colectivo. Tanto es así que empezamos a sufrir el absurdo de demasiadas agendas ajenas donde incluir a exorbitantes locos de la sorna ideológica o los que callan en la esquina para esperar su momento. Hace tiempo que hemos conseguido tambalear demasiados cimientos democráticos en el propio corazón de la convivencia. Somos capaces de aplaudir hasta con las orejas a quienes reparten porrazos contra nuestro propio derecho constitucional, que desde su primer artículo nos define como un Estado social y democrático y que avanza hasta el 138 donde toda la riqueza del país está subordinada al interés general. Hemos necesitado 45 años para derro