LA DESVIACIÓN DE LA REALIDAD

 



Se preguntaba Jandy Nelson en su cielo de cualquier sitio que “Si eres alguien que sabe que lo peor puede suceder en cualquier momento, ¿no eres también alguien que sabe que lo mejor puede suceder en cualquier momento?”. Una incertidumbre vital que en estos tiempos no la salvan ni las ansiadas vacaciones. Reconozcamos que nuestra actualidad galopa demasiado tensionada para conseguir claves y contextos a pesar de tanta maestría en los diversos medios de comunicación. Cuando estamos a punto de entender el primer ápice de realidad, nos estampan un giro antagónico que nos empuja a recobrar el estado de duda y desconfianza. Y, sinceramente, cualquiera afronta la digna apuesta por una actitud abierta y equilibrada con esta coyuntura. El resultado de tanta desconfianza nos aferra a ese recelo sobre posiciones diferentes que lo único que nos arroja es demasiada insidia sobre la posibilidad de entender a la otra parte de la cuestión. Una actitud que, antes que nosotros mismos, han entendido muy bien los gurús de la política como sistema para dejarnos demasiado huérfanos de estilo y habilidad. Y sin darnos cuenta, formamos entre todos un bucle manejado entre la nueva sociología del frentismo donde tenernos bien entretenidos.

Hemos pasado de buscar respuestas de los hechos a confabular en desviaciones de parte donde apostar por la mayor de las conspiraciones universales y en la que el personalismo forma parte de la estrategia. Una oferta a nuestro propio ego que nos coloca en la parte protagonista de una historia interminable que tiene demasiadas explicaciones para una realidad inventada. Hemos falsificado hace tiempo la verdad con las posiciones de unos cuantos que siguen alimentándose de la necesidad de seguir creyendo lo sabido y desinteresando la certeza de los hechos. Pernoctamos nuestros miedos con la facilidad de lo peor, olvidando la necesidad de sostener lo mejor que podemos seguir haciendo. Ante tantas campañas perifrásticas pomposamente argumentadas por unos y otros, nos mantendrán absortos en la charlatanería de los peores, que en lugar de aportar nuevas iniciativas nos dejarán, una vez más, desamparados de evidencias en las cunetas del tiempo.

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