LA SUTIL HAZAÑA DE ABRIR LA VENTANA
Decía
Benjamín
Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, que “bien
hecho es mejor que bien dicho”. Poco optimizamos nuestros tiempos
actuales en los buenos esfuerzos vitales y apostamos desmesuradamente
por un repertorio de eslóganes martillantes que vulgarizan, por
generalización, la vida al conjunto de esta sociedad.
Toda una uniformidad casi escolástica donde la opinión se encorseta en los mandamientos exclusivos de los guetos ideológicos. De poco ha servido siempre, como ya apuntaba nuestro insuperable refranero español, eso de decir mucho y hacer poco. Porque, sinceramente, lo que es decir bien, tampoco es lo nuestro. No hay nada como analizar las diarias frases hechas con las que se corona nuestra actualidad y dejar entrever la creación de cientos de memes en este nuevo quehacer digital que tanto nos aprieta el argumentario. El que más o el que menos ha tenido la oportunidad de quedarse con la boquita abierta ante afirmaciones que, si rebuscamos un poco, parecen decirnos a la cara lo ingenuamente crédulos que podemos llegar a ser. Todo un circunloquio de nuevos significados para los acertijos laberínticos de lo verdaderamente trascendente.
Toda una uniformidad casi escolástica donde la opinión se encorseta en los mandamientos exclusivos de los guetos ideológicos. De poco ha servido siempre, como ya apuntaba nuestro insuperable refranero español, eso de decir mucho y hacer poco. Porque, sinceramente, lo que es decir bien, tampoco es lo nuestro. No hay nada como analizar las diarias frases hechas con las que se corona nuestra actualidad y dejar entrever la creación de cientos de memes en este nuevo quehacer digital que tanto nos aprieta el argumentario. El que más o el que menos ha tenido la oportunidad de quedarse con la boquita abierta ante afirmaciones que, si rebuscamos un poco, parecen decirnos a la cara lo ingenuamente crédulos que podemos llegar a ser. Todo un circunloquio de nuevos significados para los acertijos laberínticos de lo verdaderamente trascendente.
Mientras tanto, la
acción del sujeto deja de ser prioritaria en nuestro desempeño
reflexivo respecto a lo que nos interesa como sociedad. Sigue siendo
más importante, más noticiable, el rechazo de un candidato por
parte del tribunal constitucional que la aprobación de una normativa
jurídica en defensa de la infancia. No hay nada como sumar los
tiempos de atención mediática para reflejar la desafección por los
hechos y quedarnos con las opiniones interesadas de los de siempre.
Toda una estratagema para desbancar uno de los pilares más
importantes de una democracia robusta como es la deseosa consecución
de una sociedad inteligente. Y en esos menesteres andamos, para ver
quién se pone la medalla semanal a la gansada de turno que sirva de
amuleto para el debate público.
En
definitiva, nos están convirtiendo en máquinas de reproducir lo que
ya opinaron otros, alejándonos de los hechos verificados que
deberían ser el buen tronco donde apoyar nuestro pensamiento
crítico. Una respuesta tan contraria a nosotros mismos y a este
ingrato presente que siempre gusta destacar. Como decía el pintor
francés Georges Braque, “La verdad existe. Sólo se inventa la
mentira”. Y en nuestro saldo social gana por goleada ese colmo
insustancial de pareceres que se esmeran en mantener tan estúpida
como concienzudamente la persiana de la realidad cerrada,
menospreciando y tratando de ocultar lo fácilmente comprobable, lo
evidente: si llueve o si hace sol.
Decir tonterías es gratis y no cuesta esfuerzo, hacer cosas cuesta esfuerzo y no es gratis, se requiere conocimiento y voluntad.
ResponderEliminarEs tan fácil y tan común.... Gracias Pascual!!
EliminarSi las cosas se hicieran con el alma...el mundo sería mucho mejor.
ResponderEliminarDesde luego... Gracias por tu comentario.
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