LA TEORÍA DE LA ESTUPIDEZ

 

Decía el padre de Tom Sawyer, el escritor Mark Twain, que "nunca discutas con un estúpido, te hará descender a su nivel y ahí te vencerá por experiencia". Viendo el complejo mundo en el que nos encontramos , sinceramente, debemos andar muy cerca de las famosas cloacas que tan mediáticas se han hecho en estos últimos tiempos. Dejando el ombligo patrio de lado, con la sensación de obturación irracional que poco a poco vamos consiguiendo, resurge la desesperanza por terminar este 2020 tan fatídico en el equilibrio necesario ante los grandes retos que envuelven nuestras manos. Siendo del bando social más numeroso, es decir, de esa gran parte de la ciudadanía sin demasiada afección a cualquier totemismo político, me resulta bochornoso el juego de trileros que nos ofrecen todos los días los que se envalentonan con las medias verdades, que finalmente siempre resultan ser la guinda de tantas mentiras. Reconozco que cuando observo a tanto erudito de las ciencias médicas o virólogos de plató, me calzo los zapatos empáticos de aquellos que están enchufados en una UCI luchando por sobrevivir a esta pandemia, mientras estos iluminados desafían con manifestaciones, sin mascarilla y con el trapicheo de conspiraciones mundiales para derrocar el absurdo de una civilización que siempre ignora los procederes de la historia para repetir incansablemente los mismos errores en tiempos presentes. No genera confianza leer las crónicas de aquella gripe de 1918, la mal llamada gripe española, para experimentar el rechinar de la sabiduría del tiempo y nuestro incansable tropezar con la misma piedra. La semana pasada fue Madrid, este fin de semana Berlín, y de forma incansable se seguirá debilitando el pensamiento crítico para descender a los infiernos donde la estupidez vencerá al argumento vital de la evidencia y la investigación. Como decía la científica Marie Curie, "en la vida no hay cosas que temer, sólo hay cosas que comprender"


Las crisis han sido siempre un buen amañado caldo de cultivo para los desestabilizadores de siempre. Esa fatalidad de inconformismo facilón, desacreditado de objetivos y siempre utilizado por los rivalistas del momento. En definitiva, siempre es más fácil encontrar algún culpable antes de solidarizar esfuerzos como motor de los verdaderos constructores de bienes colectivos. Todo un esfuerzo por mantener el equilibrio entre sentimientos e inteligencia, tan necesario para seguir siendo parte de esta estirpe humana a la que pertenecemos y que dejaremos en herencia de futuro. Y en ese porvenir seguirá estando la esperanza. Todos los tiempos pasan para que lleguen nuevos días y sus correspondientes noches. Pero en este viaje presente quedará nuestra capacidad para vencer los minutos y sus segundos de demasiada ingrata estupidez.

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