EL PRAGMATISMO DEL MIEDO
Decía William James, filósofo estadounidense de finales del siglo XIX, que “si estás lo suficientemente preocupado por un resultado, posiblemente harás algo para solucionarlo”. Una aseveración especialmente pragmática en estos tiempos de excesiva dicotomía entre lo bueno sin demostrar y lo malo cercano a lo criminal. Demasiado think tank con el que empoderar a muchos expertos que intentan unificar el pensamiento entre corsés de sabidurías exclusivas. En español, ese tanque de pensamiento se adueña últimamente de demasiadas dicotomías que antes eran diversidad y hoy es un peligro constante. Y en ese laboratorio andamos encaminando la estupidez de la radicalidad en ese pedante exclusivismo de las razones. Un repertorio diario de enemistad con lo diferente por aquello de acallar al contrincante desde la atalaya del supremacismo de casta. Algo que ser repite desde la historia de los tiempos y que, a pesar de sus debilidades, resucita sus estirpes en estos días de excesiva ira concentrada. Tanto es así que los liderazgos están hambrientos de la práctica que nos pudiera llevar a una teoría más cercana donde volver a beber algo de sabiduría comunitaria.
Vivimos en un túnel de preocupación eterna, esa inquietud constante entre acontecimientos que parecen estar siempre al límite del precipicio, dejándonos excesivamente solos y heridos de soluciones. Es difícil digerir tanta tensión individual para sacar algo de provecho donde las minorías que dirigen esa opinión de expertos nos aplastan con ese tanque de intenciones en el que parece que todo se rompe.
Con todo esto, nos encontramos con liderazgos que recriminan los valores democráticos para envalentonar los miedos que nos persiguen como sociedad. Un tremendo error, tan humano como antiguo, que solamente sirve para desbrozar el terreno de la desigualdad y la indiferencia y seguir creciendo en este individualismo que está ahora tan de moda.
Al final, de respirar tantos miedos olvidaremos la asfixia de nuestros propios problemas, dejando a los de siempre la posibilidad de soluciones. Tal vez, como decía Albert Einstein, “No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos” y, por tanto, sea el tiempo de más pragmatismo humanitario y menos miedo. De nosotros dependerá salir del túnel y pensar en un nuevo tiempo.
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