LA VUELTA AL MUNDO DE UN YOUTUBER
Definitivamente, vivimos en un mundo de enfrentamiento, lleno de populismo filosófico aderezado de una buena dosis de abnegación ideológica. Hemos dejado escapar demasiados cantos de juventud para entender algo más de lo que somos en este vivir diario para simplemente, estar. Si ya no teníamos bastante con la pandemia, el paro, la crisis empresarial, la rivalidad política… de golpe y porrazo nos devuelven al ecosistema impositivo por la delicada existencia de jóvenes que se han labrado su futuro inmediato a golpe de la inmensidad de las redes sociales. Todo un canto reivindicativo de la política personalísima bajo el único propósito del bolsillo individual.
Una postura tan respetable como la de quienes consideran
insolidarias esas acciones que conducen al reparto desequilibrado de
unos recursos que tratan de igualar en derechos básicos a la
colectividad en la que vivimos. La verdad, no tengo ninguna necesidad
para querer entender este tipo de acciones insumisas que devienen en
la búsqueda de otros países donde sentarse a vivir. Cada uno que
exista como quiera y donde quiera. Además, hoy en día poco nos
preocupan las distancias y las vísceras de los patriotismos; con lo
cual, el viaje que cada uno emprenda estará amparado bajo la
libertad de hacerlo como le dé la gana. Otra cosa muy diferente es
la necesidad de querer dar excesivas explicaciones para ese
comportamiento propio y libre de ellos mismos. Parece como si
quisieran equipararse a aquellos que hace décadas conformaron esa
masa social que para subsistir necesitó calzarse unos simples
zapatos para buscar trabajo y recursos que no encontraba en su propio
país. La diferencia radica, precisamente, en el origen. Este país
no les empuja precisamente a ellos a evacuarse de esta tierra para
rezar por unos cuantos sueños de resistencia vital. En este caso, el
origen se encuentra en mantener en la cartera el mayor número de
billetes de su esfuerzo personal. Y por eso digo que en alguna
esquina del camino nos hemos dejado una parte de esa juventud que va
más allá de las claves numéricas para encontrarnos con un gorjeo
especulativo sobre los impuestos y sus consecuencias. Lo peor de todo
es que se reafirma como justificación aquello de repetir, aunque sea
estrujando un poco la verdad, la verborrea de la numerología de la
corrupción, de los gastos superfluos del sistema, de lo mal que nos
parece pagar a tanto político, aunque, al mismo tiempo, poco nos
importaría todo esto si, de repente, nos bajaran los tipos
impositivos para seguir haciendo una buena caja de nuestro trabajo.
En fin, algo de la solidaridad ciudadana se quedó dormida en esa
estúpida esquina de la conciencia social.
Sería más positivo que sus cuidadas razones estuvieran más cercanas a los intereses personales en cuanto a vivir y conocer este envoltorio que vertebra un mundo tan diverso aunque muy parecido entre los extremos; más que nada, porque tendrían más posibilidades para reconocer otros lugares tan o más excitantes donde su peculio monetario mantendría las mismas o mejores garantías para seguir permaneciendo en las mismas manos, que para eso el dinero siempre llama al dinero.
De esta manera, por lo menos, nos podrán seguir contando las hazañas de sus viajes para reconfortarnos, de vez en cuando, con algún que otro relato de aventuras, que por cierto, siempre se agradece. Mientras tanto, nos quedaremos con los viajes, por ejemplo, del escritor, periodista y político valenciano, Vicente Blasco Ibáñez, quien dejó escrito en la inmensidad de sus trabajos aquello de que “la juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la ausencia de egoísmo, de los excesos superfluos”.
Todo un ilusionante mensaje para iniciar caminos y volterar el mundo, para encontrarnos algo más esbeltos de armonía fraterna y con menos trajes de ambiciones decadentes que siempre se ponen por encima de la realidad.
Pagar impuestos justos y que se reviertan a los ciudadanos debería ser el objetivo, la excusa de que pago muchos impuestos y que no se distribuyen de forma justa es la coartada para no pagar.
ResponderEliminarAsí es.,. Algo hemos perdido en la formación ciudadana muy importante para ese futuro, que, por cierto, es especialmente de ellos. Gracias por tus comentarios, Pascual.
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