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Mostrando entradas de diciembre, 2020

LA COMPLICIDAD DE LA NAVIDAD

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Mientras continuamos debatiendo desde lo público la importancia de las celebraciones en estos próximos días venideros, seguimos cabizbajos, meditabundos ante las decisiones que debemos tomar cada uno de nosotros sobre la responsabilidad individual que nos toca. Horas de discusiones sobre medidas obligatorias, restricciones y demás cuestiones que nos alejen de la siguiente ola de esta pandemia que cambiará de año al igual que nosotros. Nadie debería minimizar lo poco recomendable de reuniones masivas y familiares. Al final hemos creado el gran drama mundial sobre la idoneidad o no de celebrar por todo lo alto estas fiestas entrañables que una vez al año nos hacen, como siempre, más amables y más felicitadores de lo habitual. Toda una demostración de amor inmenso que se olvida de sus orígenes y nos hace cómplices de cualquier anuncio navideño televisivo. Desde aquello de vuelve a casa, vuelve… hasta el convertirnos en elfos ante las puertas de cualquier gran comercio, coincidiremos en q

EL FILÓSOFO RISUEÑO

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Decía Demócrito de Abdera que “ todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa ”. Y con esa media sonrisa con la que se recuerda el semblante del filósofo risueño parece que nos quedamos nosotros mismos en estos tiempos tan incesantes de malos modelos y excesivas chanzas para con lo que nos preocupa en estos andares cotidianos. Nos embelesamos con la diversidad de escenarios visuales que nos repiquetean en la televisión, con esos photocall mediáticos donde se fanfarronea de demasiadas cosas y con caras tan agradecidas de conocerse a sí mismos. Todo un empeño para este marketing diario del anecdotario actual que poco servirá para la historia de nuestro tiempo, basado en aquello de la arrogancia de quienes hablan de todo sin escuchar a nadie. Toda una semana hemos tenido para equiparar inauguraciones de instalaciones vacías con la aprobación de los presupuestos, que en fondo y forma van a condicionar nuestra vital entrada en la desescalada económica de nuestro

SAQUEADORES DE FELICIDAD

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Decía Theodore Roosevelt que “la comparación es el ladrón de la felicidad”. Hermosa manera de entender un dicho tan propio de nuestra jerga nacional por aquello de lo odioso de las infinitas equiparaciones rutinarias. Probablemente, si lo compensáramos con la posibilidad de ser infelices en lugar de odiar, más de uno habría olvidado esta riqueza de vanidades en la que diariamente nos encontramos. Vivimos en el hábito de cotejar lo que somos con lo que son los demás, confrontar políticas desde la negatividad de los maximalismos de unos y otros y seguir la estrategia comunicativa desde los medios de comunicación social como terapia de autoafirmación. De esta forma, siempre tenemos de aliado la molestia de aquello que hace y piensa el contrario para seguir en la comparativa ideológica de nuestro mantra personal. Toda una perfecta espiral de estereotipos infinitos donde centrifugar lo peor posible las ideas y propuestas que deberían acompañar las buenas intenciones colectivas. Se va desarm