ENTRE EL BOSTEZO Y EL SUSPIRO
Rimaba Antonio Machado en sus Campos de Castilla a aquel español medio que acudía a los casinos de la capital, en ese quehacer tan propio, para hablar de política y terminar con el bostezo del aburrimiento. Aquel “español que bosteza”, que tan bien caracterizó nuestro Machado de todos, se resignifica en esta actualidad que aprieta en el cansancio colectivo. Tanto es así que empezamos a sufrir el absurdo de demasiadas agendas ajenas donde incluir a exorbitantes locos de la sorna ideológica o los que callan en la esquina para esperar su momento. Hace tiempo que hemos conseguido tambalear demasiados cimientos democráticos en el propio corazón de la convivencia. Somos capaces de aplaudir hasta con las orejas a quienes reparten porrazos contra nuestro propio derecho constitucional, que desde su primer artículo nos define como un Estado social y democrático y que avanza hasta el 138 donde toda la riqueza del país está subordinada al interés general. Hemos necesitado 45 años para derro