LA DECONSTRUCCIÓN DEMOCRÁTICA
Decía Brad Henry, gobernador demócrata en la primera década de este nuevo siglo, que “hay demasiado en juego para rendirnos a la política de la polarización”. Y es que este insultante estilo de conmigo o contra mí, comienza a repetir excesivos errores a los que humanamente parece que siempre somos dados a sucumbir. A pesar de estar en un tiempo donde deberíamos encontrar cada día una muesca más sobre lo que esperamos de este futuro destripado de incógnitas, los reventadores de turno continúan con un clarificador desajuste social, alardeando de banderolas de obstinación donde ahogar un poco más a esta imperfecta democracia que sigue siendo el mejor de nuestros males.
Después de un verano reivindicativo de liderazgos por parte de algunos y con demasiados silencios por parte de otros, tengo la sensación de que septiembre no traerá la cosecha deseada para algunos a pesar de utilizar, una vez más, ese indomable avispero de la calle que comienza a ser un clicbait rápido y populista para defender el desaire a la soberanía del pueblo. La utilización mediocre de las alamedas y sus gentes deteriora la iniciativa popular donde redimir los errores de quienes gobiernan y mantener el pulso de esta democracia que va más allá de un montón de papeletas. Esta estrategia casi fetichista de enarbolar en las aceras la mediocridad de los sistemas partidistas es demasiado antigua para no saber de los errores históricos que han provocado. Hemos pasado de la política de los partidos y sus proyectos a esa política de polarización donde juegan espectros mucho más consistentes que unas siglas. Toca diseccionar esa ánima visionaria para encontrar a los fieles que siempre deambulan en las capas económicas y mediáticas por aquello de hacer el trabajo sucio.
Lo doliente de esta situación es que la polarización contínua, sigue debilitando las democracias, ahogando el debate en positivo y dejando huérfanos a aquellos que seguimos buscando el término medio donde siempre está esa virtud aristotélica. Mientras tanto, algunos seguirán retroalimentando la escasez de los grupos y dejando desnutrida a la inmensa mayoría que sigue frustrada ante el deterioro de lo que creímos seguir construyendo. Tal vez, como decía Jacques Derrida, padre de la teoría deconstructiva, “lo relevante de la mentira no es su contenido, sino la intencionalidad del que miente”.Y justo, en ese punto, está la apuesta por la construcción que merecemos todos y todas.
Comentarios
Publicar un comentario