RECOPILANDO CERTEZAS

 


Levantarse por la mañana con el chasquido del agua en la barandilla del balcón, recela en mi mente la necesidad de recordar que siempre volvemos al tiempo estable de las costumbres. Llevamos meses con la incertidumbre de esa sequía que iba elevando la posibilidad de dejarnos los grifos sequitos de esa cotidianidad que nos acerca más a los autómatas que saben simplemente más de acciones mecánicas que de entender de dónde venimos y a dónde vamos.

Así que hay días que la naturaleza relaja los menesteres cotidianos y hasta nos deleita con algún que otro suspiro de tranquilidad. No es poca cosa en estos tiempos darle importancia a todo aquello que presuponemos como certero y seguro para revisar un poco sobre qué seguimos haciendo a pesar de todo. Día a día conectamos con los horarios que reconfortan la factura de la luz como quien mira el tiempo que vamos a soportar en nuestra jornada diaria. Mientras tanto, recuperamos la información económica para intentar saber si al año que viene nos pueden dar un buen tajazo al presupuesto familiar por aquello de las decisiones de los gurús mundiales para frenar esa ingrata compañera llamada inflación. Hay que reconocer que cada tiempo tiene su palabreja para endosarla a nuestros peores sueños. Quedó atrás la estimada prima de riesgo para encontrarnos de la mano con esa familiar acompañante que parece querer tomar posiciones en nuestras vidas. Y, como siempre, ahí aparecen los expertos de la temática, los órganos competentes de las revisiones económicas que reportan sus análisis como quien comenta los horóscopos. Siento demasiadas ansiedades a mi alrededor para ponderar con cierta realidad el baile de cifras que nos cuentan cada día. Que si unas son más optimistas, que si otras caen en el pesimismo más incontrolado, que si no se entienden unas cifras con otras… En definitiva, la economía sigue siendo una ciencia social, muy organizada en sus teorías empíricas para analizar las conductas de las personas en este variopinto conjunto que formamos socialmente. Admitamos que la empresa a conseguir es altamente difícil. Tanto es así, que durante esta semana hemos visto dimisiones ex abruptas a costa de decisiones que casi tumban el equilibrio económico de un país o cómo lidian las necesidades energéticas presentes y futuras a golpe de decisiones trascendentales que parecen reconciliar con la necesidad de un mundo mejor. Ya lo decía nuestro Jose Luis Sampedro: “es necesario crear una economía más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de los pueblos”. Porque, al final, la economía no es una técnica contable para aplicar con libreta y calculadora. La economía desempeña el buen saber que mejore la calidad social de las gentes y sus lugares. Cuanto más alejados estemos de esos propósitos, más polarizadas estarán las conclusiones de demasiados expertos de parte, dejándonos en la misma incertidumbre mientras vemos como sigue salpicando la lluvia en la ventana. Lo peor es que para algunos, demasiados, la incertidumbre sigue cotizando a pesar de todo.

Comentarios

  1. Gracias Sara.
    Las cuentas o la economía de un país y la global, jamás se podrán humanizar estando en manos de gente que sólo ve cifras y no piensa que detrás a personas que las padecen.
    Seguramente el objetivo será hacer más ricos a los ricos, cargarse la clase media y hacer más pobres a los pobres.

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