EL TRIUNFO DE LAS BULLSHIT
Decía Victor Hugo que “sorprende la seguridad con la que los infames creen merecer el triunfo”. Vivimos en un país donde la facilidad para desviar la atención social representa casi nuestra esencia como ciudadanía. Somos muy dados a la improvisación en nuestras pasiones y demasiado tolerantes con los trasfondos que nos acechan en nuestro día a día. Si nos tenían en ascuas con la formación de gobierno en las tierras de Castilla y León, con enfrentamientos en las posiciones entre los mini bandos de las propias siglas, algún arlequín de la maraña mediática consideró que un terremoto bien valía un triunfo político. Para ello y sin comisiones de por medio, serviría como siempre el imperecedero vaivén de los propios medios de comunicación para ser los primeros en hacer el balance de futuribles encima de las cabezas de más de uno. Ni qué decir que los propios adjetivos utilizados, cada día de forma más frecuente en lo que manifestamos al informar, verifica la trayectoria de la objetividad de nuestros periodistas. Y si analizamos un poquito más, el belicismo en los comentarios sobre la actualidad política nos confirma el cachondeo impropio de lo que nos ofrecen diariamente. Hay que reconocer que a pesar de tener inmensidad de medios para estar bien informados, las expectativas de éxito son muy limitadas. En medio del trumpismo norteamericano ya se hizo viral una reflexión que desgraciadamente podemos digerir en cualquier otro lugar. Una persona que no lee periódicos, no está informada, por su puesto. Pero hoy en día, una persona que lee periódicos está mal informada. Tremendo dilema para las sociedades democráticas que deciden apoyar o denigrar gobiernos. Y a pesar de todo la solución queda demasiado alejada de nuestra realidad opípara de mensajería rápida donde deleitarnos a partir de nuestros propios sesgos ideológicos. Poco que hacer ante una necesaria reafirmación de nuestros propios deseos cognitivos y de nuestra sutil capacidad para seguir a nuestra manada. Precisamente, para corregir estas debilidades tendrían que funcionar con exquisito hacer los periodistas, husmeando las bullshit en esta época de demasiada desinformación y falsedades mediáticas. Tan perecedero para este tiempo que, para nuestra desgracia, las empresas periodísticas juegan a ser los primeros en cualquier temática, aunque para ello pinche en hueso y viralice engaños o informaciones parciales que denigren la inteligencia de cualquiera.
Lo peor de todo es que mientras intentamos reflexionar sobre esta tolvanera en la que se envuelve nuestra actualidad, el arlequín mediático sigue saltando en su despacho con la sonrisa exitosa de su hazaña y fumándose un puro, una vez más, con la verdad preocupante de lo público y notorio para cualquier ciudadano de a pié. Toda una seguridad inmerecida ante la infamia hacia una sociedad que sigue esperando que alguien le cuente algo más que un titular.
Gracias Sara por el artículo.
ResponderEliminarÚltimamente ando muy perdido y no entiendo nada de lo que sucede en el mundo.
No entiendo que quien denuncia una situación irregular acaba siendo la víctima, aunque lo de victima lo pongo en duda, mas bien es el cazador cazado.
No entiendo lo que pasa en Ucrania. Putin y su régimen es una dictadura, pero me gustaría saber que le ha motivado para invadir Ucrania.
Como no entiendo nada mejor me callo, pero sigo reflexionando.
Querido amigo... Hay quienes nos explican tanto argumentario que, al final, con motivaciones de parte, todavía nos nublan más la realidad. Demasiado que entender y reflexionar. Gracias siempre por tus comentarios.
Eliminar