EL TRIUNFO DE LAS BULLSHIT
Decía Victor Hugo que “sorprende la seguridad con la que los infames creen merecer el triunfo”. Vivimos en un país donde la facilidad para desviar la atención social representa casi nuestra esencia como ciudadanía. Somos muy dados a la improvisación en nuestras pasiones y demasiado tolerantes con los trasfondos que nos acechan en nuestro día a día. Si nos tenían en ascuas con la formación de gobierno en las tierras de Castilla y León, con enfrentamientos en las posiciones entre los mini bandos de las propias siglas, algún arlequín de la maraña mediática consideró que un terremoto bien valía un triunfo político. Para ello y sin comisiones de por medio, serviría como siempre el imperecedero vaivén de los propios medios de comunicación para ser los primeros en hacer el balance de futuribles encima de las cabezas de más de uno. Ni qué decir que los propios adjetivos utilizados, cada día de forma más frecuente en lo que manifestamos al informar, verifica la trayectoria de la objetividad