LA DESDICHA IMAGINARIA
Ya lo decía nuestro querido Gustavo Adolfo Bécquer entre rimas y
leyendas: “El
que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo”.
Y
dándole vueltas a nuestra realidad social y política, podemos
afirmar con cierta seguridad que andamos entre demasiadas
imaginaciones para ir perdiendo pie a este mundo que tan corto se nos
hace.
Toda
una estrategia para seguir viviendo en terrenos paralelos donde
encontrarnos con realidades de las que nos creemos merecedores por el
simple hecho de sentirnos diferentes a esos otros que siempre
quedarán como enemigos. Nuestros contrarios ya no son los
protagonistas de nuestros exabruptos mañaneros que
acompañan
al
café con leche. Hemos dado sutilmente un paso más para regresar al
bando ingrato de los que siempre tienen razón, a pesar de la losa
desconsiderada de la realidad. Al final,
por algún mandarín de los hechizos de la comunicación, se trata de
reponer opiniones excluyentes para dejar en el cajón de sastre los
hechos que revuelcan muchos de esos dictámenes que intentan
desacreditar a golpe de odio los contrincantes de lo público. Ya no
se trata solamente de defender ideologías históricas. Se
trata de liderar al paladín de turno para escucharle con ojitos
emocionados las aventuras y desventuras de las hidalguías
de este mundo que tanto nos escuece al caminar.
A
pesar de tanto mandamiento del no y de repartir estopa hasta al
apuntador (aquí no se salva ni el Papa), la única opción realista
para la ciudadanía sigue siendo reparar en algún que otro puente
para descansar o aspirar a un mejor salario y
quedarse a buen recaudo fuera de este
enjambre sísmico en el que se han convertido los mensajes diarios de
nuestros representantes políticos. Poco nos pasa ante tanto
desprecio altanero por la democracia, por las decisiones colectivas y
por el riesgo ante diferentes formas de entender un país. Mientras
se especula con todos estos refraneros en los medios de comunicación,
nuestra verdadera realidad rezuma de carencias reales en servicios
públicos y masas salariales que nos hacen más vulnerables ante
situaciones reales como superar un desorbitado precio de la luz o los
desequilibrios para alcanzar a pagar un alquiler que te deje comer
cada día. Un
mundo alejado de paraísos fiscales que siguen desangrando las
finanzas de los estados con el
único propósito de
avalar a aquellos
que
no quieren
pagar no
lo que consideran demasiados impuestos, sino ni
un sólo
euro
para
ese frágil equilibrio de
una sociedad que necesita del esfuerzo de todos. Demasiados males que
siguen perdurando en el tiempo, y que a pesar de las investigaciones
periodísticas, continúan defraudadas de soluciones. Y
con
esta diversidad de frentes grotescos,
seguimos enfrascados en tensiones imaginarias con las que seguirán
inquietando a un mundo que nos afea demasiadas desesperanzas.
Un desdichado tiempo perdido que rezumará de un saldo demasiado
negativo.
👉 Escucha el comentario en el canal de La Voz Silenciosa radio
Quien nos iba a contar hace 40 años cuando empezamos a cosntruir la demovcracía, que la política se convertiría en un espectáculo chabacano liderado por la derecha más rancia y radical, y añora la dictadura. Lo preocupante es que no sólo ocurre en España, sino en casi toda Europa.
ResponderEliminarEn nuestras manos esta que los ciclos de desastre a los que las dictaduras nos tiene acostrunbados no se cumplan.