LA ESENCIA DE LA COLECTIVIDAD
Decía el senador y político Tácito que “desde el momento que tenemos inclinación hacia alguno, todo lo interpretamos en su favor”. Tampoco sería muy reprochable si mantuviéramos la esperanza del saber, del conocer y compartir. Siempre reordenamos nuestro equilibrio personal en la pertenencia a un lugar o un grupo. Somos capaces de orientar nuestras frágiles acciones hacia objetivos colectivos que tanto nos engrandecen en nuestro día a día. El problema de este quehacer está precisamente en la segunda consecuencia de las palabras de Tácito, las interpretaciones a favor de nuestras inclinaciones se convierten en la contrariedad y el rechazo por el contrario.
Casi todo el mundo enmudece ante la falta de empatía entre los diferentes, entre los que piensan de forma meridianamente contraria y, desgraciadamente, el desprecio que resuena en la sociedad con cierto atisbo de odio como la guinda a tanto despropósito.
Tanto es así que solamente hace falta una de las pocas denuncias falsas sobre colectivos que trabajan en favor de la igualdad social, para que arremetan los contrarios con mensajes falsarios de nuestra realidad como país. Mientras la política más basta que hemos vivido en nuestra historia democrática especula cada día en calificativos contrarios a la esperanza y el esfuerzo por una recuperación imprescindible con la que seguir mirando el futuro, empezamos a dejar demasiadas fugas narrativas de nuestro día a día. No hay nada como examinar los últimos comentarios sobre lo ocurrido en la capitalísima villa para sacar conclusiones tan peligrosas como luchar contra la colectivización de objetivos democráticos dentro de la propia sociedad civil. Lo peor de todo esto no es que un representante político lo diga y exponga abiertamente. Lo lamentable es que no provoque las alarmas urgentes sobre la libertad de reunir y asociar todos aquellos valores que siguen teniendo una factura demasiado estrecha en el buen hacer de la propia sociedad.
Mientras tanto, políticos y periodistas se afanan en palabrear excesivamente para tapar la falta de criterio ante hechos que, posteriormente, puedan desdecirse de los repetitivos mensajes que acostumbran a perseguir. Porque una cosa es colectivizar luchas y causas y otra muy diferente asumir que una sola parte del entramado diario es la única que merece la inclinación a favor de esta sedienta realidad que nos rodea. Lo peor de todo, es que a pesar de los avisos que podemos encontrar en el discurso público, retorcemos la capacidad de entender a favor del seguidismo partidista.
Estamos en la recta final de un año en el que hemos abierto algunas de las puertas que mantuvimos cerradas por culpa de esta pandemia que continúa truncando demasiadas vidas y desangrando demasiadas esperanzas. Lo que no deberíamos consentir es que perdiéramos también la capacidad de reparar en nuestras diferencias para inclinar a nuestro favor una sociedad que incluya más de lo que pueda excluir. En ello se sustenta no solamente el futuro, sino nuestra propia democracia.
En la política tenemos un grave problema, los políticos no sirven al pueblo, sirven sus propios intereses y, usan la política como herramienta para conseguirlo al precio que sea.
ResponderEliminarEn nuestro pais la situación se agraba al existir durante muchos años el bipartidismo parlamentario, con un mismo objetivo pero con formas de conseguirlo distintas.