Por lo que nos queda de libertad
Nadie predijo la dimensión de la crisis que se nos venía encima. Nadie acertó con las medidas a tomar ante el desaire de mercados y sistemas financieros. Bonita conclusión tras cuatro años sufriendo experimentos contables y culpabilidades sociales. Todavía resuena el disco rallado de vivir por encima de nuestras posibilidades. La única esperanza que día a día toma más conciencias y más deseos es que tampoco van a acertar al valorar el aguante de los ciudadanos de a pié. Si el sufrimiento social gracias a recortes generalizados, sin garantías de lo mínimo hacia nuestra subsistencia, nos amarga día a día nuestros minutos y segundos en este mundo, todavía tenemos que aguantar que nos hablen de un nuevo salvoconducto para justificar cualquier situación: “no me consta”. Perifraseando este nuevo dogma de manipulación, los ciudadanos comunes, los que solo tenemos sobres manila para cumplir con nuestra libertad de voto o como mucho, para que algún romántico mande una felicitación o una