A VUELTAS CON TODO

 


Los tiempos revueltos nos dejan siempre ese temeroso deshielo de la incertidumbre, mucho más cuando se adereza con la fraseología del triunfalismo de los ganadores que no ganan y los perdedores que lanzan la moneda pero nadie sabe cómo se va a depositar. Tras la semana de una esperada no investidura, donde se ha jugado a todo menos a la seriedad de gobernar, reiniciamos las oportunidades como quien apuesta al azar. Reconozcamos que tenemos una representatividad variopinta, repartidora de excelencias bien adobadas en discursos que saben más a despachos que a la interlocución de unos y otros. Todo bien preparado para deslizar cierta desmemoria y envalentonar cada cual a los suyos. Y claro, con estos cestos, poco nos queda para recoger algo que verdaderamente valga la pena. Seguiremos dilatando el tiempo pretérito, enfocando con el verbo justo en el punto anterior al momento de hablar. Como decía Albert Einstein: "si quieres entender a una persona, no escuches sus palabras, observa su comportamiento."

Y de eso parece que va este nuevo capítulo de esperas, donde vale casi todo. Vale tanto desdecirse como amedrentar esperanzas. Vale desgarrarse la pechera y lidiar con el grueso de la especulación… Vale todo porque al final parece que no les vale nada. Por ello, casi es mejor reparar en la observación de sus señorías precisamente ahora que reconocemos esa hermosa libertad de la expresión con la lengua que mejor diversifica nuestra templanza. Casi acariciamos certezas en ese punto anterior en el que arranca el preparado discurso para saber de qué cuento va cada uno. La democracia sirve para representar toda y cada una de las diversidades que referencian nuestro día a día. No somos una sociedad única donde crear un nuevo estereotipo que nos represente uniformemente. Somos estupendamente desemejantes aunque eso nos garantice la inexorable necesidad de entendernos. Y renunciar al acercamiento nos dejaría en posiciones en las que algunos ya nos avisan con eso de llorar a la llorería, por aquello de seguir denostando la diferencia y el sufrimiento particular. Seguirán dando vueltas con todo lo que nos estrecha en el acuerdo, dejando demasiados quebrantos para convivir en lo divergente y heteróclito. Eso sí, con tanta impostura llegará un momento que no nos quedará gañote para digerir tanta agua turbia.



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