ES POLÍTICA, ESTÓLIDO
Noviembre tiene diversos sabores y aromas. Sabe de rebajas intensas para ir ensayando las oficiales del nuevo año. Comenzamos a retocar los menús y las celebraciones colectivas para llegar a la ya tan cercana navidad bien entrenados y a recolocar las ya extintas hojas del calendario para hacerle un hueco a 2023. Y de todo ello no podía estar alejada nuestra clase política que ambiciona las mejores posiciones antes de llegar a sus vacaciones invernales, donde nos dejarán tranquilos para celebrar como bien podamos las reuniones familiares o vaya usted a saber. Llámenme optimista, pero el año parece que termina algo más favorablemente de lo que pensábamos allá por el mes de marzo. Nos encontramos en la encrucijada de esa discapacidad en visionar futuros próximos y, por tanto, en saber de fórmulas eficientes con el acierto. Todo eso que se llama política, ya saben. El arte de gobernar lleva tiempo sufriendo el linchamiento de los propios del oficio, siempre y cuando les venga bien en las nuevas retóricas que amplifican los medios de comunicación diariamente. Se compran excesivos mensajes ingratos con la realidad rayando el bulo cotidiano, algo a lo que empezamos a estar ya muy acostumbrados. Cada día se retuercen las cifras para embaucarnos con titulares demasiado llenos de colorimetría partidista donde deteriorar al bando contrario, y todo es tan rápido que, en lugar de reflexionar sobre lo dicho, pasamos a la siguiente casilla para seguir revoloteando entre medias verdades y, en el peor de los casos, en las mentiras más estúpidas. Aceptar en el argumentario sobre una crisis de los profesionales de la sanidad el simplismo de que todo es un movimiento político es tan excepcional para la inteligencia como escuchar que una región mantiene los sueldos de sus médicos bajos para no quitarle profesionales al resto de territorios de nuestro país. Y es tan excepcional porque a continuación no le tiembla un dedo en practicar bajadas de impuestos para intentar atraer a su territorio el grueso empresarial de todo nuestro país. Será que para algunos seguirá siendo más importante los poderes económicos que la imprescindible salud de todos.
Así las cosas, y siendo una de tantas que no vive en ese centro de todas las batallas de nuestro país, recuerdo esa frase tan popular de Mark Twain que decía: “nunca discutas con gente estúpida, te arrastrarán a su nivel y entonces te ganarán con la experiencia”. Algo así nos queda en la conclusión de muchas entrevistas con líderes y lideresas de la política partidista que nos envuelve en estos tiempos. La ciudadanía escucha en silencio los eslóganes de siempre y la función periodística se queda arrinconada como el viejo taquígrafo de sala de estar. Demasiada pregunta y respuesta pactada que poco añade a nuestra obligación política de saber y decidir, de comparar y analizar, de administrar y pactar. Porque, digan lo que digan, seguimos siendo hijos de la polis que necesita de la organización de todo aquello que nos afecta y forma parte de las relaciones formales. Tanto es así que en todo ello y su defensa, nos va la vida.
Discrepo con la frase de Mark Twain que decía: “nunca discutas con gente estúpida, te arrastrarán a su nivel y entonces te ganarán con la experiencia”, si por “gente estúpida” se refería a la clase política que estamos viviendo, para nada son estúpidos, pero nos tratan como si fuéramos estúpidos que se pueden convencer con eslóganes y frases, basta con escuchar los comentarios de la gente.
ResponderEliminarPor eso el titular....Muy cierto
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