EN BUSCA DE LA MATRIA
Mientras las declaraciones políticas de verano siguen en el campo del argumentario facilón de titular amañado, la actividad en nuestro país, a pesar de un buen número de vacaciones aún por finalizar, empieza a revertir en acciones emprendedoras como mejor apuesta de futuro. Dicen los medios de comunicación que los españoles hemos apostado mayoritariamente por nuestro propio turismo, por nuestras propias oportunidades para disfrutar de nuestro descanso estival. En definitiva, esa garantía que nos siguen dando, a pesar de todo, nuestros propios recursos. Dando por buenos los datos que se hacen públicos y desde el muestreo personal que llega a mis certezas, es posible que esto sea así. Para esta ocasión son bastante alentadoras las redes sociales con la publicación de ramilletes fotográficos de cientos de lugares de nuestro territorio, donde parece que hemos recuperado desde lo más genuino de nuestros pueblos hasta los destinos que, en muchos casos, formaron parte de nuestra infancia. Entre los dichos viajeros hay uno que dice. “No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado para darte cuenta cuánto has cambiado tú”. Precisamente, ese sentimiento de cambio frente a permanencia podría ser el origen de los únicos quehaceres que han supuesto nuestra experiencia con esta maldita crisis sanitaria que sigue persiguiendo nuestro caminar. De todos es conocido las nuevas estrategias laborales que han creado espacios donde trabajar fuera de la concentración urbana. Y, precisamente, esa valoración de otros estilos de vida ha significado un vuelco que salpica esa necesidad de regresar a lugares tan alejados del bullicio que nos atrinchera a las grandes urbes y que significaron las peores cárceles en aquellos meses de confinamiento.
Es gratificante conocer y compartir proyectos que comienzan a emprender nuevas acciones laborales y que, por primera vez en muchísimas décadas, recapacitan un rural sostenible entre sus objetivos principales. En ello también hay que hacer una rectificación de estilos demasiado erróneos que han supuesto atraso y desfalco de recursos naturales. Demasiado tiempo dejando nuestros pueblos alejados de la vanguardia que significa mejorar en planteamientos sostenibles que sepan a esa deseada sororidad con nuestro entorno más originario. Lo único bueno de este olvido de décadas ha sido la estabilidad del entorno que ha podido huir de exabruptos mercantiles que solo han sabido explotar para abandonar. Es ilusionante que esa savia nueva que empieza a establecer nuevas opciones sean la base para seguir manteniendo lo mejor de nosotros mismos, que sigue siendo nuestra madre tierra, esa matria que parece no ser entendida por ciertas mayorías.
Y todo esto a pesar de seguir relatando los informativos de siempre, donde parece que los periodistas no sabemos rellenar ese espacio democrático de la información sin las retahílas de los portavoces de siempre o algún despistado que se ha quedado de guardia sin vacaciones. Rebuscar en lo cotidiano de la ciudadanía reconforta otra realidad que orilla mucho mejor este quehacer vital del que dependemos todos. Demasiadas zonas oscuras para creernos que el resumen de un telediario nos ofrece la globalidad de lo que somos. Ya me lo decía alguna voz sabia de mis mayores, “ten cuidado en cómo miras el mundo porque el mundo será como lo mires”. Y en esa elección personal y colectiva que evidencie aristas o curvas, tendremos el dilema sobre el futuro de todos.
Esperemos que el revitalizar lo rural no consista en hacer casas, o restaurar las existentes para sólo el turismo o los periodos vacacionales de los originarios de los pueblos, que han tenido que emigrar a las ciudades.
ResponderEliminarLos pueblos necesitan vida los 365 dias del año, hay que einvertir en que la gente viva en los pueblos de forma digna, pero el problema esta en que son pocos votos.
Así es Pascual... Tanto por hacer y bien...
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