MEDITACIONES DESDE BAETICA

 


Supongamos que la política en general se ha convertido en el juego del chismorreo diario del ya tan manido “y tú más”. Pensemos que tanto tiempo de rivalidades bizarras, en lugar de crear una justa versión de justicia y honestidad, han dejado una imagen miserable de la política como bien común. Consideremos que en esta espiral de descrédito, en la que colaboramos cada uno de nosotros, se ha construido una versión distópica de una realidad que, aunque no lo pensemos, erosiona este menester de vivir en convivencia. Y hasta demos como válido que la política actual se percibe como una degollina sobreactuada de efectismos para tratar de encorsetar a cada ciudadano en un drástico antagonismo impostado e insalvable, sin matices. Pues sinceramente creo que en algo de todo lo expuesto es en lo que se ha convertido este quehacer sobre lo público para regocijo de los chuletas de turno. Decía Marco Aurelio, el último de los cinco buenos emperadores, que "el verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele". Un buen consejo para esta rivalidad que tanto empobrece nuestro devenir político contemporáneo. Gracias a esta interpretación diaria de quienes nos representan se rezuma demasiado adicto a las siglas y una desmesurada fatiga para ese mayoritario colectivo que simplemente aguanta descreído estas luchas políticas tan decadentes.

Llevamos demasiado tiempo con jugadas magistrales de frases artificiosas para morder la mano del contrincante a la espera del envite maestro. Resolvemos con palabras arcaicas las posiciones honestas de cualquiera de los predios ideológicos y, entre tanto, dejamos desnuda nuestra propia historia reciente para más gloria de nuestra propia ignorancia. Y hay que reconocer que tampoco ayuda mucho el formalismo de los medios de comunicación, que afrontan la verdad desde demasiados estercoleros de opinión donde todo vale para simular una farisaica equidistancia, aunque sea a costa de la exactitud, de la rotundidad de los hechos.

Una semana más hemos podido ver cómo la normalidad perdida desde hace un año regresaba al grueso informativo con investigaciones judiciales que parecían olvidadas, conflictos territoriales que rearman viejas hostilidades o el insaciable despropósito de las eléctricas en este país que se despojó, más papista que el Papa, de demasiados e imprescindibles bienes de todos. En verdad, nada nuevo que no supiéramos antes de la embestida del virus que tanto ha condicionado nuestra humilde vida.

Sería interesante que sus señorías, que tanto aprietan la palabrería ante los micrófonos, revisaran las estrategias y ofrecieran esa suerte de venganza que tanto empoderaba al sabio de Marco Aurelio, discrepando con soluciones alternativas y no con la simpleza rutinaria de la negación por la negación per se. Flaco favor a la democracia plena que tantas bocas llena, para seguir regurgitando posturas inmovilistas y el portazo al debate y al acercamiento. Frágil honestidad cuando la estrategia se resume en mover el avispero social para seguir disimulando la falta de nuevos argumentos y mejores posiciones.

Al final, y retomando las meditaciones sobre el gobierno perfecto del filósofo de Baetica, no debemos olvidar que todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad”. Pues por el momento, seguimos saturados de demasiadas opiniones, demasiadas versiones deconstruidas, para continuar sedientos de certezas que nos aseguren esa imprescindible verdad que, a pesar de todo, es la que penosamente nos rodea.

Comentarios

  1. El problema de la política actual es que, quien gobierna piensa que todo lo que hace esta bien y lo que no hace es por que no le dejan, y la oposición piensa que todo lo que hace el que gobierna esta mal y lo que no hace es por que son unos incompetentes, y así se van sucediendo los escenarios legislatura tras legislatura.
    En medio de este disloque esta la ciudadanía que lo único que pide es trabajo, sanidad, educación y una vivienda dignos. Dependiendo de quien gobierna esto es una necesidad básica o una mera cuestión de mercado. Estas dos posiciones serian fáciles de entender por la ciudadanía, pero los medios de comunicación, nuestros políticos y los poderes facticos han hecho que elegir entre una u otra postura sea elegir entre un comunismo salvaje o la libertad. Como diría un antiguo y nefasto político que en gloria de la política este “manda huevos”.

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