EL RUIDO QUE NO CESA
Si
alguien tenía la más pequeña duda sobre nuestro pase de fase en
este oleaje pandémico, ya tenemos la confirmación oficial de que
estamos en medio del chapuzón sanitario en cuestión. Como en otras
problemáticas colectivas, nuestra sociedad comienza a ponerse la
armadura de tantas cifras y decisiones descoordinadas que,
ciertamente, no ayudan a saber exactamente lo que tenemos que hacer.
Eso sí, una justificación bastante pobre ante el repiqueteo
cotidiano de unas cuantas medidas diarias individuales a tener en
cuenta para garantizar un alto nivel de protección. Llevamos meses
con esas excepciones, y cualquiera de nosotros somos sabedores de
casos bien cercanos que han roto esa disciplina del día a día.
Mientras tanto, y en la misma semana que nos acercamos a niveles
demasiado arriesgados en las cifras de contagios y muertes, nos la
hemos merendado con un par de jornadas de apaños políticos
aprovechando ese derecho parlamentario que cada día es más
proselitista y menos de todos. Todo un espectáculo culinario de
chascarrillos para seguir en las redes sociales y abrir informativos
para el estómago de sus seguidores más fieles. Eso sí, a la gran
mayoría nos han dejado sin ni tan siquiera un trozo de postre y
sacarle algo positivo a todo esto. Unas cuantas jornadas de ruido
político para seguir cada uno en la fila que le corresponde. Hace
tiempo que la mal llamada equidistancia informativa para barajarse
entre opiniones diversas ha conseguido retorcer demasiadas verdades
y, en no pocos casos, hasta enmascarar las mentiras más burdas entre
tanta barahúnda cotidiana. Lo malo de todo esto es que, como versaba
nuestro poeta, “el
silencio puede más que tanto instrumento”, y
en ese reposo nos encontramos cada día deambulando por
las
calles que seguirán siendo las de todos, a pesar de tantas melodías
partidistas.
Transitaremos a otra semana otoñal, con el aliento del contagio que acecha en la nuca y la inseguridad del devenir de nuestra economía. Con los años se repasarán las posiciones de muchos que hoy saben más de delirantes conspiraciones políticas y sanitarias, dejando desnudo el futuro racional que nos espera. Decía Delibes que “si el cielo de Castilla es tan alto, es porque lo levantaron los campesinos de tanto mirarlo”. Lo malo es que mientras escuchamos y desechamos tanto argumentario, pase de largo a nuestro lado la ocasión para unir todos los esfuerzos en un pacífico camino de prosperidad.
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