PALABRAS FIABLES
"Despacito
y buena letra, que hacer las cosas bien, importa más que hacerlas".
Frase de nuestro querido poeta universal, Antonio Machado. Y qué
razón tenía. Porque, últimamente, en nuestro país se están
haciendo las cosas tan deprisa que solo evidencian errores continuos
que se me antojan ya insufribles. Aunque, ante tanta acumulación,
también puedo sospechar que se trate de una nueva artimaña para que
lo peor no sea perceptible como tal. Pero claro, eso sería todo un
máster de psicología comunicativa, que en este momento ya pongo en
duda que alguien lo tenga. Es difícil lidiar con este día a día en
nuestro país. Me queda la esperanza de que dentro de una década,
alguien, de los que queden respirando de esta intemperie que
sufrimos, pueda explicarnos, despacio y con buena letra, todas las
torpezas que se cometieron en estos tiempos de mucho ruido y pocos
silencios. Me parece nefasto este nuevo deporte de exclusión en el
que nos movemos políticos y opinadores para agrietar, si cabe aún
más, esta convivencia arruinada de valores y embutida en
estereotipos de bandos. Creo sinceramente que esta añagaza sufrida
desde hace ya demasiados años, con huidas de mentiras descaradas
para tapar verdades de perogrullo, empieza a tener un tufillo de
corruptela en el propio espíritu social.
Alguien
muy allegado me comentaba hace unos meses, cuando inició su máster
de especialización, que los profesores avisaban a sus pupilos de que
a aquellos que tuvieran que compaginar trabajo con estudios les sería
muy difícil poder llevarlo a cabo. Así que mi allegado se puso las
pilas porque ni podía dejar de trabajar, precisamente para poder
costearse sus estudios, pero tampoco quería perder su oportunidad de
mejorar sus capacidades de cara a su futuro profesional. Escuchando
los dimes y diretes protagonizados en el caso que nos ha acompañado
esta última semana, me indigna esa frescura de justificaciones para
alardear de tantos privilegios que, evidentemente, no tienen la
mayoría de los mortales.
Hace
ya unas cuantas reflexiones atrás, por esto de numerar los
pensamientos, comentaba que algún día pagaremos esta estrategia de
envolverse en banderas y dejar de cultivar el parlamento democrático
para llegar a acuerdos, puntos de encuentro y soluciones
consensuadas. No sé si al final nuestra democracia creció
alimentada por demasiadas mayorías absolutistas, porque a la hora de
tramitar ese poder del conjunto de la ciudadanía, desgraciadamente
estamos obteniendo un suspenso mayúsculo, tanto desde el poder como
desde el concepto de conjunto.
Me
quedo con un comentario que escucho últimamente y en repetidas
ocasiones en la cita imprescindible mañanera del café. La
ciudadanía empieza a cansarse de tantos argumentos oscuros sobre
cuestiones que deberían arrojar solamente luz a este frágil camino
de la verdad. Ni se disimula la mentira para inmovilizar
responsabilidades, ni se reconocen errores para obtener salidas
justas y razonables para todos. Algo de todo esto deberemos aprender.
Lo malo será como obtendremos ese aprendizaje, porque, por el
momento, se percibe difícil y errático. Un buen consejo sería
aquel de "no te fíes de las palabras; en esta vida encontrarás
a muchas personas que viven mal y hablan bien". Y sí, también
es de Machado, por aquello de vivir y mejor despertar.
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