UNA PUERTA PARA MARCHAR
En este habitual frasear de cada semana, destaca en mi búsqueda una sentencia vital que me ha gustado: “que no exista una razón para quedarse es una buena razón para marcharse". Una abstracción de lo que nos rodea para valorar de verdad todo aquello que nos seguiría importando en la vivencia diaria que, a veces, tanto aprieta. Ahora que se lleva tanto eso de mantenerse impertérritos ante lo que nos venga encima, me desalienta pensar que ese inmovilismo moderno puede ser la peor de nuestras faltas. Mismo parece que podemos escuchar y dejarnos embelesar por todo y por todos para que, al final, alguien nos diga cómo seguir especulando. Será cierto aquello que narra nuestro novelista Pérez Reverte en La pica en Flandes, que "ser lúcido y español aparejó gran amargura y poca esperanza". Este atrevimiento literario podría ser el resumen histórico de lo que llevamos guardando en el baúl de nuestro pasado, el que abrimos de vez en cuando para seguir amarrando este sinfí