UN BITCOIN DE VERDAD
Menudo notición. Nos hackean Telefónica y piden rescate en bitcoins. Lo que faltaba. Casi podríamos hacer una metáfora, nada poética eso sí, para comprender la vulnerabilidad de lo cotidiano que nos rodea. Nuestras vidas, desde los datos administrativos, expedientes médicos, cuentas bancarias, nuestros servicios públicos…tantas cosas dependen de las combinaciones binarias informáticas que noticias como esta deberían preocuparnos con cierta desazón.
Reflexionaba ayer por la noche, mientras deseaba un feliz descanso a algunos de mis contactos en las redes sociales, sobre la falta de conciencia ante la dependencia en nuestros movimientos diarios de las nuevas tecnologías. Pero no seré yo quien haga un alegato contra ellas. Todo lo contrario. Creo que, a pesar de algunos condicionamientos negativos, como todo en nuestra existencia, el buen uso nos hace mucho más libres respecto al espacio y al tiempo. Las posibilidades de acceso, tanto para trabajar como para nuestro ocio, suponen mejores opciones y más efectivas.
Cierto es que generalizar su uso supone encontrarte muchos “hackeadores” tanto por intereses económicos como ideológicos. Pero, ¿quién no recuerda a los vendedores puerta a puerta o los predicadores con biblia en mano para contarte las mil y una de la nueva revelación espiritual. ¿O quién no ha servido de cadena de transmisión del último bulo escuchado en la oficina o esperando el autobús? Nada de lo nuevo nos es ajeno. Tal vez porque en esencia, todo sigue igual. Cambiamos las formas, como hacemos con la moda, pero quitando ese envoltorio evolucionado, pocas piedras angulares hemos cambiado. Quizás por eso, siempre decimos que la historia se repite….
Este ciberataque informático con resultado de pantallazos en negro con letritas de colores, me recordaba la imagen que, muchas veces, tras dar lectura a las noticias del día, queda impresionada en mí ya castigada conciencia. Rara es la jornada que no contemos con una novedad en cualquiera de los casos de corrupción o que, frente a noticias relacionadas con la recuperación económica, se nos recuerden los datos de pobreza o nuevos desahucios de familias. El que más y el que menos, finalmente, recibe un pantallazo emocional urgente de “apague su ordenador ya. Desconecte el wifi”. La diferencia es que nosotros no pedimos rescate, y casi me planteo que vendría muy bien hacerlo. Rescate a nuestro día a día, regresar a postulados de quien la hace, la paga y empezar a confiar en que no todos son iguales. Claro está que para ello deberíamos hacer una buena limpieza del sistema operativo. Dejar de hablar de manzanas o ranas y ser conscientes que a los virus se les ataca y se les pone en cuarentena. Posiblemente sean tiempos de pedir un rescate, pero no en monedas virtuales. Los tiempos piden una nueva reconexión de respeto con la verdad, con la justicia resuelta en cumplimento y equilibrio, y que la sociedad comparta nuevamente un “wifi” solidario.
Reflexionaba ayer por la noche, mientras deseaba un feliz descanso a algunos de mis contactos en las redes sociales, sobre la falta de conciencia ante la dependencia en nuestros movimientos diarios de las nuevas tecnologías. Pero no seré yo quien haga un alegato contra ellas. Todo lo contrario. Creo que, a pesar de algunos condicionamientos negativos, como todo en nuestra existencia, el buen uso nos hace mucho más libres respecto al espacio y al tiempo. Las posibilidades de acceso, tanto para trabajar como para nuestro ocio, suponen mejores opciones y más efectivas.
Foto: SaraMarfer |
Este ciberataque informático con resultado de pantallazos en negro con letritas de colores, me recordaba la imagen que, muchas veces, tras dar lectura a las noticias del día, queda impresionada en mí ya castigada conciencia. Rara es la jornada que no contemos con una novedad en cualquiera de los casos de corrupción o que, frente a noticias relacionadas con la recuperación económica, se nos recuerden los datos de pobreza o nuevos desahucios de familias. El que más y el que menos, finalmente, recibe un pantallazo emocional urgente de “apague su ordenador ya. Desconecte el wifi”. La diferencia es que nosotros no pedimos rescate, y casi me planteo que vendría muy bien hacerlo. Rescate a nuestro día a día, regresar a postulados de quien la hace, la paga y empezar a confiar en que no todos son iguales. Claro está que para ello deberíamos hacer una buena limpieza del sistema operativo. Dejar de hablar de manzanas o ranas y ser conscientes que a los virus se les ataca y se les pone en cuarentena. Posiblemente sean tiempos de pedir un rescate, pero no en monedas virtuales. Los tiempos piden una nueva reconexión de respeto con la verdad, con la justicia resuelta en cumplimento y equilibrio, y que la sociedad comparta nuevamente un “wifi” solidario.
Comentarios
Publicar un comentario