EL LAGO TORMENTOSO DEL PERIODISMO
Un periódico local de Iowa, The Storm Lake, acaba de llevarse el premio Pulitzer a la serie de editoriales, arrebatando el galardón a una máquina del periodismo internacional como The Washington Post. El motivo es comprensible. Cercanía de la información, defensa de lo local, denuncia de los problemas que están en la piel de sus lectores…y mucha narración de la historia cotidiana.
Los periodistas y el periodismo, llevamos lamentándonos más de una década de los problemas de esta profesión. Hemos llegado tarde a soluciones urgentes a partir del descrédito de muchas actuaciones de nuestra actividad periodística. Tal vez, nos hemos dedicado más a crear mucha opinión, y nos hemos olvidado de narrar las historias de nuestras calles, de nuestra gente, de nuestros lectores. Tras la relevancia alcanzada por unos cuantos compañeros que repiten sus bustos parlantes en casi todas las tertulias que existen a diario en las cadenas televisivas o radiofónicas, queda lejano el testimonio y la vivencia de quienes nos leen.
Me comentaba hace unos días un joven adolescente, que participaba en los “obradoiros” organizados por el CPXG, Xornalismo na Escola, que su incapacidad para leer diariamente la prensa se encontraba en que solo se hablaba de los políticos, de lo que decían y de lo que se decían unos a otros…Lo demás era irrelevante… Hemos dejado de narrar. Posiblemente, hemos dejado de observar la calle que pisamos. The Storm Lake, humilde cabecera familiar con menos de 3000 ejemplares de tirada, se subió al púlpito de los premiados gracias a denunciar los problemas ambientales de sus convecinos y a la investigación de varios años sobre corruptelas en el abastecimiento del agua. Y gracias a narrar fueron capaces de denunciar en sus editoriales. Ese hermoso género periodístico que en sus orígenes era la firma al posicionamiento popular frente a los miles de problemas que ahogan a la sociedad. El jurado del Pulitzer reconoció “su periodismo incansable, su impresionante conocimiento y su redacción”. Ese periodismo clave, con horas ilimitadas para conseguir una buena historia, que sepa a realidad, que amplíe el conocimiento veraz de su contenido y que narre con elegancia y estilo. Creo en la revolución de los medios, pero quiero seguir creyendo que el periodismo debe ser una piedra angular que lleve a lo público lo que no se conoce. Si no es así, los protagonistas serán siempre los mismos. Y ellos, ya se conocen.
Volvamos a narrar, volvamos a compartir nuestros ojos por las aceras de quienes mañana leerán nuestras palabras en busca de algo que se parezca a la verdad.
Los periodistas y el periodismo, llevamos lamentándonos más de una década de los problemas de esta profesión. Hemos llegado tarde a soluciones urgentes a partir del descrédito de muchas actuaciones de nuestra actividad periodística. Tal vez, nos hemos dedicado más a crear mucha opinión, y nos hemos olvidado de narrar las historias de nuestras calles, de nuestra gente, de nuestros lectores. Tras la relevancia alcanzada por unos cuantos compañeros que repiten sus bustos parlantes en casi todas las tertulias que existen a diario en las cadenas televisivas o radiofónicas, queda lejano el testimonio y la vivencia de quienes nos leen.
Me comentaba hace unos días un joven adolescente, que participaba en los “obradoiros” organizados por el CPXG, Xornalismo na Escola, que su incapacidad para leer diariamente la prensa se encontraba en que solo se hablaba de los políticos, de lo que decían y de lo que se decían unos a otros…Lo demás era irrelevante… Hemos dejado de narrar. Posiblemente, hemos dejado de observar la calle que pisamos. The Storm Lake, humilde cabecera familiar con menos de 3000 ejemplares de tirada, se subió al púlpito de los premiados gracias a denunciar los problemas ambientales de sus convecinos y a la investigación de varios años sobre corruptelas en el abastecimiento del agua. Y gracias a narrar fueron capaces de denunciar en sus editoriales. Ese hermoso género periodístico que en sus orígenes era la firma al posicionamiento popular frente a los miles de problemas que ahogan a la sociedad. El jurado del Pulitzer reconoció “su periodismo incansable, su impresionante conocimiento y su redacción”. Ese periodismo clave, con horas ilimitadas para conseguir una buena historia, que sepa a realidad, que amplíe el conocimiento veraz de su contenido y que narre con elegancia y estilo. Creo en la revolución de los medios, pero quiero seguir creyendo que el periodismo debe ser una piedra angular que lleve a lo público lo que no se conoce. Si no es así, los protagonistas serán siempre los mismos. Y ellos, ya se conocen.
Volvamos a narrar, volvamos a compartir nuestros ojos por las aceras de quienes mañana leerán nuestras palabras en busca de algo que se parezca a la verdad.
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