EL VUELO DE LA MARIPOSA
Llegamos a las últimas horas de este ya viejo 2017. Se nos termina en tiempo y lugar, como debe ser y como todos los 31 de diciembre. Y ahí tendremos la puerta para estrenar una nueva libreta. Siempre es gratificante abrir esos tiempos que huelen a limpio y nuevo para convencernos de que todo está por estrenar. Buena paradoja que nos ayudará a retomar este mes de enero con sus cuestas y llanuras, con sus heladas y cobijos de promesas y, como siempre, con sus días y sus noches. Así que, como cada año, el que más y el que menos hará su pequeña reflexión sobre este último periodo vivido; paso incuestionable para recibir al nuevo tiempo y comenzar a escribir en ese nuevo cuadernillo cada uno de los días que tenemos enfrente. Y el que más y el que menos se resignará con sus particulares hazañas a seguir sobreponiéndose a esta época de locura que ha contagiado hasta los pronósticos meteorológicos. Comenzaremos el año con las mismas dudas que nos dejó el 2017. Nada ha sucedido que nos dep