LA VIDA Y EL TIEMPO

 


Reconozcamos que la vida y el tiempo son los mejores maestros en esta existencia que a veces se hace abrupta y en otras ocasiones parece que se desliza con la apariencia de placidez serena. Si lo pensamos bien, la vida necesita del tiempo para reflejar cada una de las tramas personales y colectivas que inundan nuestra existencia de objetivos y abundancias para colmar eso que llamamos una existencia plena. Pero el tiempo también necesita de la vida para seguir circulando a contrarreloj contra sí mismo, donde nunca perece pero siempre pasa. Comenzar un año es algo demasiado concreto para repudiar lo pretérito y abandonarnos con lo que pueda llegar. Por ello, a pesar de tantos ritos ancestrales y modernos, el tránsito de una nueva anualidad queda ensimismada con la fragilidad del brindis y la diversión bien justificada que nunca sobra. Será por ello que la reflexión siempre viene en ese primer día del nuevo año. En ese silencio de las calles que saben a la nocturnidad extendida para ganarle horas a ese principio diario que acunará más sueños y descansos. Un imprescindible paréntesis al tiempo que nos domina entre horarios y tareas por aquello de seguir buscando sentidos diversos a esta vida que nos parece corta, pero que si miramos atrás nos regala la existencia que tanto fortalece a nuestra conciencia. Y a pesar de tantas desidias de nuestra historia contemporánea, nos permitimos enmendar más nuestra conciencia personal que la reflexión colectiva. Para ello ya vendrán otros días, otras fechas, otros amaneceres donde lidiar por la memoria de nuestro tiempo, demasiado decepcionado de justicia y excesivamente amordazado de verdades. Demasiadas herencias nos deja el año pasado para promover esperanzas con el paso diario del año nuevo. Demasiada destrucción personal e indecencia humanitaria para escribir calificativos que nos evidencien algo positivo. Demasiados sarcasmos públicos sobre la diversidad de opiniones que dejan atrás el esfuerzo por nuestra administración pública, que sigue siendo de todos y para todos. Excesivo desaliento para creer, una vez más, que el devenir del tiempo mejorará las vidas de todos y a pesar de todo. Pero, al fin y al cabo, seguirá siendo nuestro tiempo, el único e irrepetible, y en nuestro bolsillo seguimos teniendo la llave de nuestra esperanza que aunque sea particular, tal vez, esta vez sí, haga su magia y sirva para ilusionar esas otras vidas que siguen hambrientas de su propio tiempo.

Mis mejores deseos de prosperidad y valentía para este nuevo tiempo que sabe a Año Nuevo.

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