LOS INVIERNOS DORMIDOS

 


Y llegó la primavera. Ese tiempo que descubre tinieblas para regalar más horas de luz y rebrotar más alegrías en las pisadas que acumulamos. También tiene sus desidias, dilatando las jornadas en las que se signifique, principalmente, este extraño ciclo vital donde premiamos la deshumanización de la crítica y la pérdida de argumentos. Hace poco se hacía público un estudio sobre las campañas virales en las redes sociales, donde cualquier temática servía para empoderar una campaña con tintes partidistas y así ayudar a urdir esta lectura de nuestro presente que tanto quiebra nuestro destino actual. En verdad, el contenido de la información, los datos disponibles y las críticas formadas han sufrido un descabezamiento impropio para dejarnos seducir por la propaganda de parte, donde la negación es el mejor argumento y la polarización la exitosa estrategia. Además, contamos con ese embudo algorítmico que premia la radicalidad del lenguaje con el propósito de conseguir más visitas aunque sea embistiendo en lugar de pensando. Una proporción de nueve a diez que ya señalaba Machado en ese mundo todavía tan analógico pero igualmente endiablado. La estrategia ha sido especialmente fácil para dar ventanilla a tantos valores que han dejado de ser sagrados en la sociedad, para divagar en eufemismos sobre la libertad de expresión y afianzar la intolerancia. Una de las razones de esa libertad en el hablar se encuentra en la parte más importante de la filosofía humanista que sigue acunando nuestra preciada tolerancia. Nos hemos llenado de demasiados barateros de la actualidad para despojarnos de nuestra capacidad de crítica desde el pensamiento, para dejarnos llevar por este nuevo método regresivo tan exponencial como es la digitalidad. Decía el filósofo Karl Popper que “si queremos una sociedad más tolerante, habrá que ser intolerante con la intolerancia". Y es precisamente en esa disyuntiva donde han emergido siempre las grandes crisis de nuestra civilización. Nadie quiere reconocer su propia intolerancia. Para ello siempre tenemos la carta marcada de la libertad de expresión individual con la que coronarnos en la portavocía de la camorra social. Estamos devaluando la escucha como argumento para repetir muchos mantras que, como tales, siempre sirven más al dogmatismo de unos cuantos. Nada ganamos con esta ostentosa estrategia que limita razones y argumentos a cambio de tanta soledad para ilustrar nuestro propio tiempo. Mientras tanto, la primavera continuará alejada del renacer vital, por aquello de seguir oscureciendo el hermoso valor del pensar, dejando nuestro quehacer dormido en el eterno invierno.


Puedes escucharlo aqui 🎶



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