LA ÉPOCA EXPLOSIVA DE LAS FALACIAS

 



Comenzamos oficialmente este tiempo de verano que, además del calor, inicia esa escapada personal por la senda de las vacaciones como expresión de derecho contrapuesto a trabajar y producir. Un periodo para entrecomillar y que nos servirá para conservar la cordura ante tanta desidia con el conformismo de una época explosiva de falacias, donde poco tiempo tenemos para verificar tanto contenido huérfano de contextos y bien criado de lecturas interesadas. Y como se trata de viajar, de recorrer otras sendas desconocidas o recuperar los lugares que nos hicieron en algún momento felices, me quedo en esta ocasión con otros viajes que no se detienen entre trenes o aviones y que transcurren excesivamente rápido para nuestra enseñanza diaria. Hay una frase, que mayoritariamente se atribuye a Mark Twain, que nos recuerda que "una mentira puede dar la vuelta al mundo antes de que la verdad tenga tiempo de ponerse las botas". Y si nos reconfortamos con el pensamiento crítico personal, nos deja una verdad ingrata sobre este mundo tan globalizado que aprieta tanto las cosas buenas como el deterioro de nuestro presente. Es fácil obtener ejemplos diarios sobre el poder de las falacias de las verdades a medias, ese mensaje injertado entre la certeza de hechos pero abaratado con la especulación mediocre de la patraña. Es dignificante denunciar las malas praxis de la política actual, pero colarnos en el delirio cuando esa delación impostada sirve para tapar el oprobio de otras pasadas, no lo es tanto. Es execrable escuchar una letanía y la contraria sobre pactos democráticos o la crítica casi barroca sobre la lacra estructural en la que se ha convertido la corrupción política y económica en cualquier lugar del mundo. Eso sí, mientras el sistema confirma indicios y pruebas, la mentira interesada o la verdad intermedia recorren kilómetros y kilómetros de voluntades por aquello de ganar a costa de no convencer. 

Además del daño económico de nuestro sistema público, sufrimos un deterioro insufrible sobre la propia red de la opinión pública, descomponiendo la reputación de una sociedad para embelesar los cambios desesperados como única solución oscilante en la cuerda floja. Tanta rapidez como la velocidad supersónica que no deja tiempo para cotejar y demostrar el sin fin de justificaciones por no soltar la pieza interesada. Todavía nos quedará el tira y afloja de la información y la contrainformación diaria que siempre dilatan el estado del desconcierto, quedando la oportunidad abierta en esa teoría del caos que tanto abarata las democracias.

Tal vez, este tiempo de relax sea una oportunidad para cambiar el click digital rápido de delegar lo paradójico y recuperar el mantra de la reflexión frente al griterío que tanto ensordece la razón. 


PUEDES ESCUCHARLO EN @LAVOZSILENCIOSA.NET




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