Opinando de lo cotidiano, creando nuevas narrativas solidarias
LA PIEL DE LA SERPIENTE
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Cada tiempo tiene su estrategia. Y cada poder público tiene su fabulación sobre el presente atascado en futuros siempre limitados. Llevamos varias semanas donde el improperio y la desidia de formas y fondos caracterizan jornadas de esperpento cinceladas de grabaciones ad hoc donde no salva la cara nadie. Nos arrinconan con audios desvirtuados de contextos para quebrantar las certezas a favor del carteo de parte y así poder promover el linchamiento del contrario. Una falta de respeto al mandamiento soberano sobre la representación de quienes elegimos en las urnas. Y nos dejan en una espiral de encantamiento sobre la estrategia de ganadores y perdedores. Regresamos a la inoperante polarización que siempre liquida la suma de la diferencia como el mejor enigma de la humanidad. Como decía Friedrich Nietzsche en Humano, demasiado Humano, “La serpiente que no puede mudar de piel perece. Lo mismo ocurre con los espíritus que se les impide cambiar de opinión: dejan de ser espíritu”. Y en ello estamos, apostando por inmovilismos escépticos donde doblar la cabeza ante la historia que siempre se repite. Posiblemente, en esa pérdida de conceptos, estamos dejando los valores que se deben al orden superior democrático, en el anacronismo de trifulcas superadas mientras pensábamos que quienes serpenteaban en él dejarían de eternizar sus pobres argumentos.
Reconozcamos que estamos permitiendo el camino demasiado fácil a quienes se empoderan a pesar de su necedad y volcamos nuestra propia piel al mejor postor de la mentira. La actualidad de nuestro tiempo sigue hambriento de almas nuevas que asuman el favor y la contrariedad de los hechos para empedrar con sensaciones renovadas de sabiduría, a pesar de la vejez de los hechos.
Nos cuesta sacar fuera demasiados rencores intelectuales donde sosegar otras formas, otras maneras de reivindicar la vida cotidiana que tanto aniquilamos con estereotipos ajados, por aquello de mantener la razón por encima de todo. Y mientras tanto, somos nosotros los que quedamos arrastrados por lo sibilino de la política que oscurece las soluciones para debilitar la esperanza.
Ante tanta contradicción nos quedaremos expuestos a los vendedores del estatismo obsoleto, a la supremacía de la idea única, al odio sobre lo diferente y la vuelta a la clandestinidad del pensamiento. Casi estamos a punto para recibir el bocado terminal en el desnudo talón donde la gran mayoría no tenemos dominio de la situación. Aún así, nos culparán de morder el polvo como pobres cautivos del silencio para volver a escribir la historia que siempre nos ha hecho perder el presente que siempre merecimos.
Afirmaba Aristóteles que “si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir”. Y ciertamente, la combinación de estos cuatro verbos activos es la máxima de cualquier relación social o política para una buena alianza de respeto y equilibrio. Por desgracia, nada de eso forma parte de las estrategias comunicativas actuales, en las que se diversifican los epítetos y simplificamos lo sustancial. Entramos en una semana medianamente relajada que, haciéndose esperar, nos dejará algo más de tiempo para redimirnos del absoluto pandemónium internacional de estos meses donde, a pesar de tanto bullicio, seguimos en la misma casilla de salida. Una vez más, quienes van de salvadores de demasiadas cosas nos dejan en el estercolero despreciable de la rivalidad geopolítica con la que seguir abaratando la vida ciudadana. Reconozcamos que más allá de la política comunicativa del shock diario, el p...
Decía Albert Camus que “quien carece de valentía encuentra siempre una filosofía que lo justifique”. Una confirmación teórica a este ambiente repulsivo que mantiene todos los condimentos en el extremismo negacionista de nosotros mismos. Solamente faltaba una tragedia como la que estamos compartiendo minuto a minuto en mi querida tierra para descender a este infierno aderezado entre selenosis mediáticas que asumimos sin pestañear, y donde es difícil respirar sin que alguien considere que tu posición está enmarcada en la exclusiva o en lo excluyente. Lo más lamentable es comprobar el perfil facilón que esta patria nuestra nos ha enseñado en la historia, filosofando de todo para seguir aguantando el descrédito de la realidad. Somos excesivamente creativos para escupir lo más alto posible y rezar para que le caiga al otro, y además, congratularnos de nuestro desparpajo. Enlutamos nuestra capacidad de reflexionar para seguir oscureciendo las realidades que deberían enmudecer a cua...
Y llegó la primavera. Ese tiempo que descubre tinieblas para regalar más horas de luz y rebrotar más alegrías en las pisadas que acumulamos. También tiene sus desidias, dilatando las jornadas en las que se signifique, principalmente, este extraño ciclo vital donde premiamos la deshumanización de la crítica y la pérdida de argumentos. Hace poco se hacía público un estudio sobre las campañas virales en las redes sociales, donde cualquier temática servía para empoderar una campaña con tintes partidistas y así ayudar a urdir esta lectura de nuestro presente que tanto quiebra nuestro destino actual. En verdad, el contenido de la información, los datos disponibles y las críticas formadas han sufrido un descabezamiento impropio para dejarnos seducir por la propaganda de parte, donde la negación es el mejor argumento y la polarización la exitosa estrategia. Además, contamos con ese embudo algorítmico que premia la radicalidad del lenguaje con el propósito de conseguir más visitas aunque...
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