EL SILENCIO DE LA BATALLA

Decía ya en el siglo pasado el Premio Nobel de Literatura Bertrand Rusell que “la guerra no determina quien tiene la razón, solo quien queda”. Una puntada imprescindible para repensar demasiadas pugnas sociopolíticas que redoblan esfuerzos para amontonar estorbos en eso de confluir soluciones. Vivimos el hecho político desde la esencia del contrincante, del que se q ueda y se mantiene, dejando en el otro lado al abatido en esta contienda que como bien sabemos y nos demuestran cada día, sabe más de personalismos que de ideas. Bien sabido es para las torres que, como en un tablero de ajedrez, rodean la cuadratura de la actualidad para refrendar el poderío de su figura insigne, blanqueando personalismos que siempre desbaratan el bien común de los proyectos. Si ya terminamos mal heridos en la última campaña electoral donde el chirrío demoscópico aupaba liderazgos a pesar de la falta de contenido, me temo que entramos en la segunda parte de una aniquilante batalla contra nosotros mi...