TIEMPO PARA DECIDIR

 


Despedimos abril sin aquello de aguas mil y con cierta preocupación por lo que nos queda por delante en ese desaliento que provoca el cambio climático en nuestra vida cotidiana.

Una situación que lleva décadas avisando sobre sus efectos con nuestra desconsideración generalizada en las políticas públicas y, desgraciadamente, en nuestra propia sociedad. Se repite esa actitud tan contemporánea de mirar hacia otro lado para seguir deambulando por caminos particulares y solitarios, esperando que sean otros los que repartan mejor suerte con lo que pueda venir. Un proceder tan general que nos afea en nuestra responsabilidad y nos deja en el disparadero de tantas deslealtades por parte de quienes nos quieren representar. Con ello, eso sí, pagamos el precio de que nos tomen por tontos y sea excesivamente facilón eso de hacer legalidad pública y sus efectos. Tanto es así que siento cierta preocupación cuando un tema reconoce su importancia mediática, se exprime hasta sus últimas consecuencias y termina en la fatiga social para desmovilizar la política. Un aviso que ya encontramos en la ética de Platón cuando apuntaba que “el precio de desentenderse de la política es el ser gobernado por los peores hombres”. Y reconozcamos que empieza a ser demasiado fácil estampar esa mediocridad en las propias elecciones personales gracias a las estrategias de quienes quieren ser referente de todos nosotros, con demasiado vacío de contenido y con propuestas de mesa camilla donde jugar simplemente a los naipes de turno por aquello de ganar la partida cueste lo que cueste.

Demasiadas cuestiones son importantes en la actualidad para desconectarlas de nuestra existencia. Demasiados problemas acechan ese futuro cercano salpicado con excesiva incertidumbre. Demasiadas tensiones para seguir desentendiéndose de la gestión de las soluciones que cada vez dependen más del sentido universal colectivo. Tal vez la excusa que tantas veces ha servido para adormecer nuestra conciencia termine siendo la causa para seguir devorando el concepto democrático de este país, que siempre rechina pasados para seguir arruinando futuros, dejando el chascarrillo propio de quienes juegan siempre al inmovilismo grosero para ocultar la diferencia de unos y otros. No todo estará bien, pero tampoco acertaremos con la negación obtusa del contrario. Nos guste o no, en la política está la esencia de nuestro desarrollo social, donde diferenciar valores y estilos con los que dar respuesta a lo que somos y queremos. Y en esa réplica también quedará guardado el inaplazable futuro que siempre depende de la decisión de todos.



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