EL PODER DEL ZAPPING






Decía la periodista asesinada en 2006,  Anna Politkóvskaya, que “lo que importa es la información no la opinión que se tiene sobre ella”. Una llamativa aseveración que rompe demasiados talk shows de las parrillas televisivas donde se enmascara una sociedad que parece vivir en una desgracia permanente. Una disociación en el  relato de confianza que debería existir entre el periodismo y la sociedad. Un compromiso demasiado importante para confundirlo con el poder empresarial donde se desarrolla el periodismo. Es cierto que la opinión es imprescindible para estructurar nuestra posición ante las circunstancias pero, en ningún caso, debería sustituirse esa reflexión por la que cacarean algunos telepredicadores del siglo XXI diariamente. El compromiso con la verdad seguirá siendo desde las dos partes de este fluir que tanto nos atormenta cada mañana.  
Tanto es así, que tras repetir incesantemente en los medios de comunicación la excesiva polarización de la manifestación política y las consecuencias en su discurso, miramos hacia la hemeroteca informativa para evidenciar como esa falta de formas y fondo, se repiten en los hemiciclos de la comunicación diaria donde debería reinar el análisis de los hechos y menos las opiniones de unos o varios, que tanto da.  En realidad, este contenido subvencionado de demasiado partidismo ha sido la mejor trampa para esta función tan necesaria en las sociedades democráticas. Parece que en ningún momento vieron venir que esa estrategia de darle voz a las rarezas de unos y otros sería devorada por quienes lo hacen mucho mejor y tienen el inmejorable megáfono de las redes sociales. Poca solución tenemos en nuestras manos para inyectarle a esta actividad, “la más bella del mundo”, los valores fundamentales y desistir de los trompicones que amplifican a quienes no siempre merecen algún crédito informativo y enturbian la honestidad en  el  quehacer público.  
Llevamos aspirando nuestro día a día en medio de esa espiral de la estupidez para seguir conspirando contra la veracidad de los hechos donde siempre seremos perdedores. En tal caso, siempre nos quedará el arma más letal para ciertas posiciones. Ese poder mecánico de cambiar de canal, de airear a ciertos portavoces de la propaganda interesada y aplicar el bisturí a demasiada palabrería que envuelve, excesivas veces, valores antidemocráticos que enturbian la única obligación que tenemos como sociedad que es defender nuestros beneficios constitucionales. Tal vez, utilizando la reflexión del fotógrafo Robert Cappa sobre la necesidad de acercarse para conseguir una buena foto, nos queda  un solo camino para regresar a una posición donde la honradez de lo que debemos y tenemos que contar, sea lo suficientemente cercana para que sea cierta. Mientras tanto, seguiremos jugando al zapping.

Comentarios

  1. Hola Sara, como siempre tu articulo refleja lo que está ocurriendo en nuestro entorno político y, los medios de comunicación que vociferan las consignas de quien los mantienen.
    La causa raíz del problema que tiene nuestra sociedad con nuestros políticos, es que no hemos sabido educar a los ciudadanos para que sepan distinguir entre quien defiende de verdad sus derecho y libertades, y quien dicen defender sus derechos y libertades, pero que en realidad sólo defiende los intereses de unos pocos, cuyo concepto de libertad es hacer lo que me de la gana para ganar dinero, y explotar a los más desfavorecidos porque se lo merecen, al no haber cogido el tren del progreso y la libertad cuando pasaba por su estación, pero el engaño esta en que la mayoría de los desfavorecidos viven en guetos donde no hay estación de tren y están encerrados por la vallas de la pobreza. Lo que me molestas es que estos desfavorecidos les voten.

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    1. Gracias siempre por tus reflexiones, Pascual. En esto andamos y así nos va...

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