LA CLAQUE

Reconozcamos que nos está quedando un tiempo muy resultón, con demasiadas entretelas para acostumbrarnos a ese ruido, casi permanente, con el que retorcer cualquier dato o hecho y lidiar una nueva trama para conspirar contra nosotros mismos. Leía hace tiempo a Juan Manuel de Prada en su columna de opinión que “una vez que se deshumaniza al rival político, resulta inevitable extender la deshumanización a todos sus adeptos”. Y lleva toda la razón para esta práctica tan constante en la que conjugamos con el superlativo para jugar a la bronca diaria en la que chapoteamos con el ingenio desmedido. Hacemos seguidismo de una nueva estirpe que actúa como las mejores claques del espectáculo por aquello de digerir los primeros minutos de un informativo. Ese pago diario a los líderes de nuestro tiempo reafirma demasiada mentira en este guiñol de buenos y malos. Una consecuencia de esa deshumanización del contrario donde ya no cabe el argumento más allá de considerar al enemigo para dejar l...