DISONANCIAS COGNITIVAS EN EL MIRAR

 


Mientras nos encontrábamos distraídos con ese examen de recuperación, tan propio de cualquier septiembre, entre los espadas de nuestra política patria, nuestra actividad diaria lidiaba con el inicio del curso y las especulaciones numéricas de todo tipo para convencernos de todo lo malo que nos rodea. Hay que reconocer que, para una familia media, el final trimestral del verano es siempre un verdadero reto no sólo para el bolsillo, sino para reponer el control del tiempo y del trabajo. Tanto es así que algunos terminan pidiendo una incapacidad temporal ante tanto barullo insano de preocupaciones. Por su parte, la actualidad no ayuda en nada a reponer el orden mental entre tanta llamada de atención sobre esa carrera final del año donde algunos necesitan casi atarse a las navidades como un sálvese quien pueda.

Y como no podía ser de otra manera, seguimos en ese punto de partida público donde nadie gana y dejando a la equidistancia social el veredicto de las verdades. Una evidencia sobre la que seguirá el discurso político que solamente se verá confrontado en las redes sociales de esa pequeña gran mayoría que sabe de las formas para buscar titulares banales. Citando al sociólogo David Redolí, estaríamos en esa encrucijada en la que “más que adaptarnos a la realidad, adaptamos la realidad a nuestras creencias y para ello podemos llegar a rechazar los hechos y los datos. Es decir, lo que llamamos la disonancia cognitiva.” Andamos demasiado sobreexpuestos para encadenar ese proceso de pensar, hacer y sentir, invirtiendo el orden donde lo inicial que sentimos nos lleva al hacer y, en consecuencia, crear el pensamiento. Ese pensar único, casi inmóvil de diversidad para dejar invariable nuestra posición pase lo que pase.

Así las cosas, la semana se ha visto truncada con ese puente roto que nos anunciaba una nueva fecha para la historia tras 70 años de reinado de la Queen de varias generaciones. Una prueba más de que en esta vida todo tiene un principio y, por tanto, un final. A esta patria nuestra hay que reconocerle el interés mediático por estos acontecimientos. También es cierto que algunos políticos, en esa intensidad con la que viven el show, se pueden pasar de frenada y enlutan las instituciones ante acontecimientos que saben más de los sentimientos expatrios que de los propios o, vayan ustedes a saber, que las antesalas del vodevil de Tabarnia les lleve a creerse emparentar con las sempiternas casas reales.

Mientras tanto, y con un nuevo curso en marcha en todos los aspectos, seguiremos arrancando estas mañanitas de la vida cotidiana para seguirle el paso a este tiempo que parece ir siempre precipitado de su propia esencia, descabezando la necesidad de pensar para seguir haciendo y enroscando demasiados sentimientos de hastío. Como siempre, la finalidad será el relato que queramos construir, y por el momento sigue fuera de nuestras manos. Lo peor de todo es que tampoco sabemos en que manos está. Demasiada disonancia para seguir creyendo.

Comentarios

  1. Como siempre, gracias Sara por tus artículos tan enriquecedores en lo cultural y siempre contando la actualidad de nuestros tiempos.
    Es cierto que el regreso de las vacaciones no deja nunca un buen sabor de boca, para quien las disfruta o padece.
    Todos los septiembres son iguales, el regreso al cole alegre o triste de los estudiantes, el problema económico que la vuelta al cole genera a los padres y eso que llaman estrés posvacacional. Hasta ahora los jubilados vivíamos al margen del regreso vacacional, pero mira por donde desde el 2020 hasta ahora ya se han encargado de fastidiarnos el otoño, los medios de comunicación nos tienen acojonados con lo de Putin y Ucrania, marcando a Putin como el único culpable de nuestros males. Es cierto que Putin fue el que lanzo la primera bomba, pero eso fue a principios de este año, sin embrago la electricidad lleva subiendo de una forma irracional desde un año y medio antes de empezar la guerra, arrastrando con ello la subida de los alimentos y los servicios. Las eléctricas tienen de ético lo que yo de escritor de artículos.
    Pero nos centraremos en la noticia de este sema, la muerte de la reina de Inglaterra. A mi personalmente me la trae al fresco en todos los aspectos, ha sido un ejemplo de despotismo, riqueza a costa del pueblo y vivir sin pegar un palo al agua ella y toda su familia, que para quien tiene un mínimo de dignidad social todo esto le supera. Pues bien, nuestros patriotas en este aspecto también desatancan del resto del mundo, en una autonomía las banderas ondean a media asta por su muerte, otros reclaman con la boca pequeña “Gibraltar español”, otros se rasgan las vestiduras porque ese que nos robo y vive en Arabia Saudí (ahora no me acuerdo de su nombre), no puede ir al entierro representando a España, y finalmente los medios de comunicación haciendo su función de lacayos de los poderes facticos.
    ¡Pobre país!
    Un saludo.

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