QUIEN MEJOR CALLA

 


Decía Michael Crichton, el padre del conocido caos de Parque Jurásico, queel mayor reto que tiene que afrontar la humanidad es el de distinguir la realidad de la fantasía, la verdad de la propaganda”. Y viendo nuestra realidad cotidiana, el reto nos empieza a quedar excesivamente grande ante los acontecimientos de calado que parecen reservarse en el subconsciente del inmovilismo. Además del espectacular incremento en la preocupación de nuestras enfermedades mentales y la falta, una vez más, de cultura sobre las dolencias del alma y el pensamiento, se puede concluir, a modo de catarsis del disimulo, lo bien que nos viene eso de dejar las cosas para mañana. Toda una oportunidad para quienes movilizan a golpe de divulgación interesada las grandes cuestiones de estado que nada tienen que ver con la importancia de nuestros cometidos diarios.

Hace ya tiempo que los golpes de timón en la ejecución política se flexionan de manera forzada desde quienes ejercen la acción judicial. Todo un maderamen de aquellos que se erigen en perdedores legislativos para intentar doblar el brazo a la representación democrática de sus ciudadanos. Nada de esto mejora los cimientos de un estado con separación de poderes, lo que desacredita la acción de todos ellos. Un armazón para seguir perdiendo la representatividad del conjunto y torcer el desempeño de quienes nos interpretan con o sin mayoría en la sede política de todos.

Debe ser por eso que hemos entrado en una espiral líquida de panfletos cotidianos, cifras manipuladas, falta de acuerdos y todo bien aderezado con la impertinencia de turno en los descalificativos de siempre. Demasiada hartura de desconceptos para lidiar con la veracidad como fuente de nuestro argumentario. Si en algún momento pensamos que con la pandemia nada podría ir a peor, en nuestro caso patrio hay que evidenciar que fue el gran caldo de cultivo para saber de las artimañas propagandísticas de demasiados y la deslealtad de algún que otro. Todo un bucle exquisito donde se adormece la gestión de nuestros representantes o, en el peor de los casos, sirve de pantalla para dejar de hablar de ella.

En algo nos estaremos equivocando al reunir demasiada palabrería para terminar eligiendo al mejor estilo de bandos con la sola referencia de saber con quién no quieres estar. Olvidado queda en el tiempo el debate de ideas, la necesidad de acuerdos o la cesión de promesas partidistas para bienes colectivos.

Decía Calderón de la Barca en La vida es sueño que cuando tan torpe la razón se halla, mejor habla, señor, quien mejor calla.” Toda una necesidad de silencios retóricos para tantos ruidos desproporcionados en este descrédito de propaganda narrativa, que nos deja vacíos de las reflexiones que nos pudieran llevar a alguna certeza.

Comentarios

  1. Difícil cuestión la de tener un poder judicial si implicaciones políticas.

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    1. Todo un reto digno de un país que cree en la independencia de poderes democráticos. Abrazos Pascual.

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