TIEMPOS DE SIESTA






Al final nos va a a quedar un verano más corto que otros. Con esto de poner las urnas en tiempo estival, a algunos se le terminó el tiempo de siesta y sombra tan deseadas en nuestra genética vital. En realidad, reconozcamos que tener cierto tiempo calladitos a aquellos apeladores profesionales del apoyo popular, siempre es un respiro por aquello de descansar la mente y el cuerpo de tanta rechufla mediática. A pesar de no constituirse las nuevas cortes generales, empiezan a notarse demasiadas prisas en eso de conseguir una nueva gobernabilidad para este país. La desazón en la explicación de los diversos contextos deja de lado, una vez más, la veracidad de los postulados tan huérfanos de hechos que apuntan a la dicotomía de la mentira y la certeza. En esta última semana han puesto pies en polvorosa los voceros mediáticos de esa agenda marcada siempre por la antítesis pública más allá de las decisiones tomadas. No será por mucho tiempo que nos dejen abanicarnos con el sosiego del verano complaciente, de las buenas cifras en lo personal y laboral y con la mirada de reojo a los servicios públicos de los que tanto dependemos. Seguiremos sudando la camiseta de las olas de calor que se repiten o esperando esa implosión de nuestros montes donde volver a evidenciar que poco hacemos para evitar esta batalla contra nosotros mismos. Seguimos teniendo los mismos problemas para seguir demandando más soluciones, más acuerdos para nuestra vida diaria, mejores narrativas que consigan el consenso de ideas y propuestas. Y todo eso amparado por el mandato democrático que habla de minorías diversas frente a mayorías simples. Decía Platón que “buscando el bien de nuestros semejantes, encontraremos el nuestro”. Posiblemente, siempre se ha tratado de lo mismo. Continuar mirando a un lado y al otro de nuestro entorno ratifica la necesidad que seguimos manteniendo con el resto de la ciudadanía. Tratar de buscar ese bien común nos hace más certeros a todos y mejores personas. Por unos días, dejaré el tiempo encorsetado en esas tardes tranquilas por aquello de doblegar, de alguna manera, este lastre del debate público que sigue enconado en la polaridad de las formas para ocultar lo importante que nos rodea. Mientras tanto y si es posible, descansemos.

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