LA PARCELA MUNICIPAL

 


Ya lo decía el filósofo Voltaire hace más de tres siglos: El cerebro humano es un órgano complejo, con el maravilloso poder de lograr que el hombre pueda encontrar razones para seguir creyendo lo que él quiere creer. Y de ello se aprovechan esos poderes superiores que analizan los buyers persona que representarán esas bolsas de votantes a quienes intentarán devorar desde la comunicación tendenciosa que les lleve a su propio autoconvencimiento. Tal vez por esa razón resulta difícil evaluar nuestro propio presente como estímulo de ese futuro que siempre nos viene grande.

Pero regresando a lo importante, más de 8000 ayuntamientos han comenzado su nuevo mandato con sus concejales y alcaldes respondiendo a ese conglomerado del sufragio universal y democrático. Es irritante que en ciertos comentarios o actitudes se desacredite el pluralismo político a pesar de ser uno de los valores superiores de nuestra Constitución. Una de las riquezas esenciales para esa paz social que tiene su base imprescindible en esa carta magna que tanto se revisa desde los corrillos de la política. A pesar de todo, la decisión de las urnas en la parcela municipal nos deja siempre mucho mejor sabor democrático con el meritorio de la cercanía que tan buenos resultados da en la gestión del día a día. Un arquetipo personal de pisar la calle diariamente para tropezar con el mismo bache que la ciudadanía. Un barómetro cotidiano donde recibir la queja o la reclamación a la que tenemos derecho por aquello de ser administrados. Y una acción de gobernar que detalla con más eficiencia las carencias y necesidades que acontecen diariamente afectando a cada uno de nosotros desde que salimos por la puerta de nuestra casa. Tanto es así que posiblemente la interpretación de los resultados electorales sean especialmente efectivos donde el acuerdo necesario entre los diferentes o la mayoría específica de unas siglas conviven en el esfuerzo para gestar nuevos tiempos a esas sociedades pequeñas con las que conformamos la vida cotidiana.

A pesar de tener por delante unas próximas elecciones que empiezan a ser leídas como un antes y un después, el armazón de nuestro gremio ciudadano nos ha quedado en pie para comenzar su andadura. Para aquellos que han cambiado de color político, les queda por delante hacer muchas cosas diferentes para cumplir con sus promesas electorales y servirse de su crítica a lo hecho por los anteriores para cambiar las cosas tal como prometieron. Para los que repiten oportunidad, tendrán la ocasión para superar sus propios pronósticos e ir más allá de su propia gestión refrendada. Esa imprescindible normalidad democrática que significa el reclamo hacia nosotros mismos como responsables de nuestras decisiones y la asunción de la elección colectiva. Y para todos y todas las que han prometido su cargo, que sepan de esa variante que significa seguir trabajando y vigilando los intereses colectivos por aquello de continuar creyendo en esta democracia que arropa con decencia nuestra existencia. En estas pequeñas parcelas, al final, seguimos estando todos.


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