RITMOS PETULANTES

 


Aseguraba Ramón Menéndez Pidal, autor de “Los españoles en la historia”, que los hechos históricos “no se repiten, pero el hombre que realiza la historia es siempre el mismo”. Llevamos tiempo alimentando esas comparativas de lo que fuimos y ahora somos como casi resguardando nuestra falta de sabiduría con los hitos de nuestro pasado, casi como una excusa de mal pagador por aquello de no ser responsables de lo que protagonizamos. Y mucho más con aquello de que el pueblo que no conoce su historia se condena a repetirla… Tal vez sería más interesante reponer la autoría de quienes tomaron posición y voluntad de hacer, para reconocer mucho mejor los errores que nos llevaron a alguna algarabía social, política o económica. Tanto es así que hasta casi nos hacen un estribillo a ritmo tecno para repartir alguna que otra castañada de hit parade en esta cosa nuestra de la actualidad. Reconozco que llevo demasiada turbación otoñal que gravita en medio de esta volátil situación vital que nos predice demasiadas disfunciones en los futuros inmediatos. Y puede ser ese ansia de hablar sobre lo que nos puede ocurrir el punto de inflexión suficiente para quedarnos en un limbo de la memoria activa donde se cuelan todos aquellos que acechan el olvido como arma arrojadiza de nuestro presente. Será que, como decía nuestro filólogo e historiador internacional, lo que siempre se repite es el prototipo de los mejores y los peores, que enmarcan nuestro pasado para desligar los resultados y que adjudican las figuras de bronce para aquellos que siempre barren para su lado. Hay que reconocer que así la sociedad seguirá esperando mitos de toda la vida sin precisar los aciertos o fracasos de lo que hicieron. Como siempre, en el medio quedan los que soportaron ese tiempo con mejor o peor desdicha, los que sufrieron las penurias de esos tiempos irritantes o murieron en la miseria de la historia de un país. Porque al final, los que protagonizan nuestras decisiones siguen acomodando sus maneras a quienes admiran como fieles discípulos en el tiempo, olvidando que a quienes deben su mimetismo es a una sociedad que tiene sus propios problemas y a la ciudadanía que necesita más certezas para su existencia. Nada se parece en nuestro país a aquella España del 36 que perdió la posibilidad de lidiar con la modernidad que entraba con vientos de futuro, ni con las condiciones de una educación universal y libre de estereotipos sociales y económicos. Nada se parece a aquellos tiempos que derrumbaron demasiadas rimas y narrativas nuevas a golpe de violencia. Malo será que renunciemos a enumerar los hechos que forman parte de nuestra mochila histórica y velemos los protagonistas de ella. Ya sabemos que somos la única especie que tropieza dos veces con la misma piedra. A lo mejor es porque siempre aparecen los salvapatrias, los ladinos que saben poner el pedrusco de turno en el momento adecuado para trastabillarnos mientras seguimos mirando la que se nos viene encima.

Comentarios

  1. Las burradas que hace la humanidad se repiten cíclicamente, cambian las formas y las metodologías de las burradas, pero al final siguen siendo burradas. El ser humano es un animal más dentro de la fauna del mundo.

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