LA SABIDURÍA DEL ERROR



Decía Jean de la Fontaine que “la vergüenza de confesar el primer error, hace cometer muchos otros”. Pequeñas enseñanzas que nos han ido advirtiendo desde la infancia, cuando nos contaban sus estupendas fábulas, y que a día de hoy siguen teniendo la misma meritocracia. Y a pesar de todo, hay que reconocer que estos tiempos que vivimos aglutinan demasiadas mentiras para seguir tapando los errores diarios y seguir emitiendo el comprobante de nuestra propia incredulidad. Entre los que han tomado el camino de en medio para rasgarse vestiduras a diestro y siniestro y seguir tapando este envilecido panorama político y los que siguen jugando a la moneda al aire para diferenciar la cara o la cruz, reconozcamos que seguridades nos dejan pocas. El resultado final sigue  apretando esa espiral silenciosa de la gran mayoría que observa y escucha para dejarse por el medio una mueca distante por tanto farolillo estratégico entre interesados de parte o partido. Una semanita más donde se desoyen informaciones que proporcionen claridad de hechos para seguir provocando una glotonería hiriente de opiniones diversas con las que seguir increpando al personal para que se cambie de fila. El resultado ha sido, una vez más, terminar con la sabiduría populista, que siempre viene bien para zanjar la falta de escrutinio de los hechos y dejarlos a todos como protagonistas circenses. Ya les gustaría a muchos tener el valor y la creatividad de los maestros del espectáculo.

A pesar de todo, por el momento, tendremos una reforma laboral ajustada por un rompecabezas delirante al estilo del mejor juego de trileros. Nos tendrán durante varios días con mensajes frenéticos para torpedear la línea de flotación de los equilibrios democráticos, y algún conspiranoico nos contará que las máquinas se han sublevado en comandita para doblegar eso tan importante, pero tan pisado, como la voluntad popular. Verdaderamente no tenemos el mejor de los sistemas posibles. Tampoco creo que exista. Cualquier cosa que venga de nuestras manos tendrá siempre la posibilidad de mejorar y rectificar aristas que nuestro propio día a día provocan. Pero en lugar de enmendar los errores, vamos promoviendo daños irreparables con la justificación al unísono de una cosa y su contraria. Todo un desparrame de epítetos que serán amplificados en cada una de las plataformas informativas y que seguirán volcando en las interminables redes sociales.

Demasiados errores para tapar el principal descuido de una sociedad que sigue aferrada más al eslogan que al argumento. La ciudadanía es algo más que numerar individuos como si de votos se tratara. Ella sigue siendo el proyecto más importante de nuestro futuro y requiere de más contenido para crecer y envejecer sin delirios. Mientras tanto se nos está quedando un panorama como aquel que refería el fabulista francés, “en todas las épocas los pequeños han tenido que expiar por la tontería de los grandes.” Y algunos ya estamos con el tiempo de descuento de tanta paciencia.



 

Comentarios

  1. Lo lamentable de este pais no es que hayan politicos que mientan, lo lamentable es que hay un 50% de la ciudadania que se cree la mentira y les vota.
    Lo dire muy claro el 90% de los trabajadores queiere jornadas, salirios y condiciones laborables dignas y, el regímen laboral anterior y el actaul no lo tiene.

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