UN RELOJ PARA EL NUEVO AÑO

 

Decía el escritor del realismo imaginario, Jorge Luis Borges, que “el futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer”. Una buena cita para posicionarnos con un poco de sabiduría en este tan deseado 2021, y que traemos en volandas como si se nos fuera la vida en ello. Posiblemente ya le estemos pidiendo demasiadas realidades a este inicio anual, salpicado con los mismos pecados de ese pobre 2020 que nos lo hemos llevado entre todos al paredón del infierno vital. Sin la necesidad de ser excesivamente negativos, reconozcamos que somos mucho de mirar y de poco hacer ante la inmensidad de lo que tenemos por delante. Es la paradoja permanente de celebrar antes de actuar. Somos así. De ahí el manoseado listín de propósitos que en poco tiempo quedarán olvidados en el bolsillo del primer gabán o, como mucho, dependerán de nuestro poder pecuniario para su realización. Este pertrechado inicio de 2021 sabe ya demasiado a resaca de pasado con el mismo disonante discurso de banderías varias que engalanan en exceso las miradas de muchos, dejando vacías las huellas de nuestro desempeño. Seguimos necesitando al conejo blanco del País de las Maravillas que apremia a nuestro lado para recordarnos que siempre llegamos tarde. Sinceramente, espero que tanta osadía con el destino nos revuelva del estado de confort de unos y de la inquietud de otros. Sería hermoso avanzar en esa nueva realidad más justa, equitativa y esperanzadora para todos, a pesar de los submundos que reflejan los espejos.


Mientras tanto, retirando a un lado las campanadas y las uvas, con la soledad de las calles y el griterío de unos pocos, nos toca apechugar con otros tantos días que nos sepan a algo más que los que hemos dejado atrás. Nada será como antes, una vez más. Nunca lo es. Nuevamente, comprobaremos que la temporalidad existe en este presente y sus paisanos pasado y futuro, siempre mariposeando en nuestro volátil pensamiento. Y como siempre, tampoco nada está perdido. Seremos capaces de reinventar muchas actitudes y muchas acciones vitales para dar sentido a aquello que decía Alicia a través del Espejo, “no puedes cambiar el pasado, pero puedes aprender de él”. Ojalá sea la lección aprendida para retomar este nuevo tiempo que seguirá apretando los zapatos en este tránsito diario, y que será nuestra única esperanza para cambiar el final de este nuevo cuento.

Comentarios

  1. Graias Sara por el artículo.
    Del pasado sólo lo miramos para lamentarnos o críticar, nunca para aperender.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Pascual por tu comentario. Cierto. Somos así de repetitivos. Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EL MERCADILLO DE LA ATENCIÓN

EN MEDIO DEL GASLIGHTING

LA SOLEDAD DEL TIEMPO