EL VUELO DE LA MARIPOSA



Llegamos a las últimas horas de este ya viejo 2017. Se nos termina en tiempo y lugar, como debe ser y como todos los 31 de diciembre. Y ahí tendremos la puerta para estrenar una nueva libreta. Siempre es gratificante abrir esos tiempos que huelen a limpio y nuevo para convencernos de que todo está por estrenar. Buena paradoja que nos ayudará a retomar este mes de enero con sus cuestas y llanuras, con sus heladas y cobijos de promesas y, como siempre, con sus días y sus noches.
Así que, como cada año, el que más y el que menos hará su pequeña reflexión sobre este último periodo vivido; paso incuestionable para recibir al nuevo tiempo y comenzar a escribir en ese nuevo cuadernillo cada uno de los días  que tenemos enfrente. Y el que más y el que menos se resignará con sus particulares hazañas a seguir sobreponiéndose a esta época de locura que ha contagiado hasta los pronósticos meteorológicos. Comenzaremos el año con las mismas dudas que nos dejó el 2017. Nada ha sucedido que nos depure tantas inquietudes ya vividas y tantos problemas arrastrados. Pero para todo ello tenemos a los medios de comunicación. Ellos son el reflejo metafórico de nosotros mismos. Informarán con menor o mayor devoción sobre todo lo acaecido. Velarán por nuestra maleable memoria cotidiana y nos desearán lo mejor para el nuevo tiempo. Y para ello empezarán con la ya tradicional última conexión televisiva para complicarnos, una vez más, el primer minuto del año con las matemáticas, la comida y el brindis con un poquito de cava. Y si todo lo podemos adornar con unos confetis, pues qué más se puede pedir. En verdad, el resumen está en cada uno de nosotros. Las conversaciones entre paisanos siguen proponiendo la misma dualidad conformista de aquello tan tradicional de quedarme, por lo menos, como estoy. Y cualquiera reniega de ese mantra. Con todo lo que cuesta en este momento sobrevivir a los nuevos tiempos, nos quedan solo los telediarios para pensar en la solidaridad, la igualdad social, la justicia y la lucha por los derechos de todos, el hambre, la esclavitud, los desplazados, las guerras.... Qué tiempos..
Mientras nos cuentan que los líderes políticos han hecho ya sus valoraciones de este año que se nos escapa, me gustaría saber las conclusiones de aquellos que durante este año han tenido que peregrinar por las instituciones para pedir ayudas sociales, o de los que esperan una sentencia judicial para seguir buscando a sus familiares ejecutados en el franquismo. O qué pensarán aquellos que vieron como les arrancaban la vida de sus hijas o sus madres a consecuencia de delitos de género. Y qué pensamos cada uno de nosotros que vemos menguar nuestras posibilidades económicas ante el inmovilismo salarial o el grotesco mercadeo del trabajo.
Foto: Saramarfer
Lo cierto es que mientras hay vida, hay esperanza. Nadie resolverá nuestra historia personal, pero la verdad es que todos participamos en una gran historia colectiva. Recordando al poeta y filósofo bengalí Rabindranath Tagore, contaba que "la mariposa no cuenta meses sino momentos, y tiene tiempo suficiente". Al final todos vivimos de momentos, que quedarán para siempre en nuestra piel y serán los que nos acerquen más a nuestra esencia única e irrepetible. Seguirá valiendo la pena enaltecer, a pesar de las múltiples zancadillas, los valores que escrutan nuestra diferencia como seres racionales y luchadores, y que mejoran, también, los momentos de nuestra sociedad. Y si alguien piensa que el tiempo no aportará nada, quédense con un verso del traído Rabindranath, "Cruzamos el infinito en cada paso; nos encontramos con la eternidad en cada segundo". Mis infinitos buenos deseos para el nuevo año y que los segundos de eternidad nos mejoren a todos. Va por ustedes.

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